Expresidente del PRI le responde a Carlos Lozano

Isidoro Armendáriz/ Consejero político PRI

Aguascalientes, Ags.- LA DOBLE FUNCION. El Gobernador del Estado y jefe político del PRI, lo es y lo seguirá siendo hasta el último momento de su mandato. Así lo establecen los añosos y ortodoxos cánones del Revolucionario Institucional. Por tradición y por disciplina, de ello no cabe absolutamenteninguna duda. Nos guste o no, esa es la realidad.

En estricto sentido el Gobernador y sus funcionarios, sin excepción, tienen una doble función: Gobernar bien y ayudar a los candidatos de su Partido a ganar las elecciones de 2015 y 2016. Nos agrade o no, es una necesidad. Es obvio, cuidando escrupulosamente la ley y las recomendaciones de la FEPADE.

LA DOBLE JEFATURA. Los Delegados Federales priístas, en esa lógica, también tenemos esa misma doble función, pero existe un problema mayor ¿cuál? Tenemos un jefe real que se llama Secretario de Estado o titulares de alguna dependencia del llamado gabinete ampliado que, a su vez, dependen del Presidente de la República y jefe máximo del PRI, mismo que impone reglas y gira instrucciones precisas no sujetas a discusión. Entonces, la pregunta subyace ¿a quién le hacemos caso? si atendemos las instrucciones locales, el poder central incrimina esta actitud como insubordinación,delito capital, y, por el contrario, si pasamos por alto las recomendaciones del Gobernador privilegiando los mandatos del Gobierno Federal, también entramos en apuros.

La respuesta a lo anterior es muy simple: quedar bien con las dos instancias, aunque difícil, y utilizar el recurso de la mediación para resolver conflictos de intereses encontrados entre el poder central (Presidencia de la República) y el poder periférico (gobiernos locales), cuando existan, que no siempre, ni en todos los casos.

Por supuesto que no está a discusión el papel que juegan los gobernadores en la designación de los delegados federales, aunque hay excepciones. Ellos hacen y aceptan propuestas y en algunos casos se arrogan el derecho de veto y, en otros, también la Presidencia de la República impone Delegados, que no es mi caso porque llegué a la delegación de la SEDATU por los buenos oficios de Lorena Martínez ante el gobierno federal y la anuencia de mi compañero de Partido y Gobernador, Carlos Lozano.

LA VOLUNTAD PARTIDISTA. El tema a discutir va más allá de la emoción, exclamación o medida disciplinaria de los delegados federales con su Partido. Hay asuntos de forma y de fondo por discutir dentro del PRI. La crisis sorteable por la que está pasando el País y el Partido en el gobierno requiere de un verdadero cierre de filas, sobre todo inclusión y tolerancia, amén de respeto y comunicación entre priístas. Cuando hay victorias todos nos ponemos el sombrero, cuando hay derrotas no lo quitamos, aunque, en algunas ocasiones pagan justos por pecadores.

Si habremos de ganar las elecciones distritales federales tenemos que motivar un cierre de filas fuerte y agresivo, eso debe ser hoy. Mañana será demasiado tarde. Así, los candidatos estarán seguros que su Partido no los llevará al despeñadero.

RESPECTO DE LOS DELEGADOS FEDERALES REGAÑADOS. Para mí no fue regaño, más bien fue una manifestación solidaria de un compañero de Partido que quiere fervientemente ganar las elecciones y con ello ayudar al Presidente Peña Nieto a completar la mayoría en la nueva composición de la Cámara Baja.

En aras de una buena coordinación, se sugiere lo siguiente:

  1. Por la naturaleza de su función, dejar a salvo del tema partidista a las delegaciones del sector “gobernación, seguridad y justicia”. En el mismo sentido a aquellas relacionadas con “economía y hacienda”.
  2. Realizar un encuentro inmediato con la dirigencia del Partido y con su jefe real, para discutir la forma y el método de participación de los delegados federales en el proceso electoral.
  3. Llevar a cabo un taller sobre disposiciones electorales para determinar en que sí y en que no pueden participar los delegados federales en las campañas.

Con mis mejores deseos para el Partido y los candidatos. Son tiempos de suma; la resta es en automático.