23 bebés muertos en un mismo hospital del IMSS y no hay respuesta oficial

El País

Culiacán.- En una pared de la habitación de Lidia luce un árbol de grandes hojas verdes que ella pintó a mano días antes de dar a luz. Es un dibujo que representa la vida y que haría más cálida la estancia de su primera bebé. Miranda, como la llamó al nacer, nunca pudo llegar a su hogar ni ver la imagen que coloreó su madre. Murió en el hospital regional de zona número uno del IMSS en Culiacán -la capital de Sinaloa- a un mes y dos días de nacida. “En realidad no me dijeron ni de qué murió, me dijeron que por ser prematura no se había desarrollado y se fue deteriorando hasta que un día murió”, cuenta la joven de 23 años.

El caso de Lidia Ruiz Alcaraz no es el único. En los meses de febrero, mayo, junio, julio, agosto y la primera quincena de septiembre del año pasado, murieron 23 bebés en el mismo hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el principal sistema de salud en México y el organismo de sanidad más grande en América Latina. Los padres de familia afectados han interpuesto 19 denuncias penales ante la Fiscalía mexicana para demandar al instituto por negligencia médica, responsabilidad profesional y homicidio imprudencial.

Teresa Guerra Ochoa, la abogada de las familias demandantes, explica que la causa de la muerte de los bebés quedó registrada oficialmente como sepsis neonatal o choque séptico. “Esto significa que hubo una bacteria o infección que adquirió el bebé. La explicación que ha dado el seguro social es que como eran prematuros estaban vulnerables. Sin embargo nosotros hemos documentados casos donde no había prematuros”. La defensora explica que es verdad que en los hospitales hay bacterias, pero las autoridades de salud están obligadas a hacer un control sanitario para que esto no ponga en riesgo la vida de las personas. En un principio el IMSS sólo reconoció dos casos, pero tras la denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía), han abierto cuatro expedientes de queja.

La minuta elaborada por la Cofepris sobre las condiciones de higiene del hospital. Cortesía

El hijo de Francisco Cortez Mora murió en septiembre pasado. Su esposa parió a las 35 semanas de embarazo a un varón que nombraron David. Ella nunca vio a su hijo con vida, sólo lo escuchó llorar. Él padre sólo lo observó unos minutos y a los tres días un médico le avisó que su niño había fallecido. “Cuando nació un doctor me dijo que mi bebé había nacido infectado, al siguiente día me dicen que va mejorando, hasta que una doctora me dice que tuvo tres o cuatro infartos y había muerto durante la noche”, cuenta el padre de 36 años. El certificado de defunción decía choque séptico. No era la primera vez que perdían un bebé. Seis años atrás su esposa Irasema García ingresó al mismo hospital del IMSS en Sinaloa (noroeste de México) porque se le había elevado la presión y una vez internada le informaron que su bebé de ocho meses de gestación había muerto dentro de su vientre.

Los padres demandantes aseguran que la infección que invadió a sus hijos se debió a las deficientes medidas de higiene en el hospital. Cortez Mora dice que siempre observó suciedad en el área de neonatos donde estaba su niño. “Había un fuerte olor a orines, las paredes y los cristales estaban sucios, había moho en el techo, manchas en el piso, las batas que les ponen a las mamás tenían sangre. Los enfermeros y residentes entraban con comida y no se lavaban las manos. Un día me tocó ver que limpiaban una incubadora con el mismo trapo que limpiaron los recipientes donde le sirven la fórmula láctea a los bebés”, cuenta el padre de familia.

Lidia y la ilusión del primer hijo

Lidia estaba preparada para ser madre soltera. Los siete meses de embarazo los vivió combinando la maternidad con sus estudios en Derecho. Nunca presentó anomalías y en el control prenatal en la clínica del instituto social siempre la reportaban sana. El 13 de junio de 2015 se le rompió la fuente y la trasladaron de una clínica del IMSS en Guasave –donde ella vive- al hospital de Culiacán -a dos horas de distancia de su ciudad-. Dos días después nació Miranda y quedó internada por su bajo peso. La joven madre fue dada de alta y diariamente visitaba a su bebé. “La niña iba excelente, le daba leche materna, sus pulmones le funcionaban muy bien, pero al día 17 de nacida tuvo una recaída y la pasaron a una cuna térmica”, cuenta.

Dos semanas después le avisaron que había fallecido por sepsis, según el acta de defunción. “Fue bien difícil regresar a mi casa, a mi cuarto y ver que iba a seguir yo sola ahí nomás. Le había comprado un columpio, ropa, zapatos, todo estaba listo para su llegada”. Cuando murió lo único que hizo fue vivir el duelo. Nunca se enteró que todo se había complicado por una bacteria hospitalaria ni que había más bebés muertos por las mismas causas. Dos meses después, cuando vio en las noticias que en las dos primeras semanas de septiembre habían fallecido doce bebés en el mismo hospital, comenzó a sospechar que algo no estaba bien. Se unió a otros padres, denunciaron públicamente sus casos y emprendieron una lucha por la justicia.

En septiembre la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), la encargada de vigilar los establecimientos de salud en México, realizó un diagnóstico de la situación sanitaria en el área de cuneros del hospital de Culiacán. Se constató la existencia de diversos factores de riesgo, como falta de limpieza en la ropa de cama, de pacientes y personal de salud, suciedad en diversas áreas, carencia de buenas prácticas de higiene -incluyendo lavado de manos-, inadecuado mantenimiento y limpieza de insumos para la salud, así como deficiencia en la preparación de alimentos y soluciones de uso médico, según consta en la minuta elaborada por el organismo. El documento que fue obtenido por Francisco Cortez vía ley de transparencia, señala que no se podía garantizar “la inexistencia de un riesgo potencial de contaminación, ya que continúan los factores de riesgo y la probabilidad de presencia de infecciones nosocomiales”.

La lucha de estas familias ha sido sin precedentes. Nunca se había hecho una denuncia colectiva de esta dimensión, pese a que Sinaloa es una de las entidades con mayores índices de muerte materna, dice la abogada Guerra Ochoa. “Las mamás han sido muy valientes, han soportado el dolor de una exhumación de los cuerpos de sus hijos y el peregrinar de un trámite burocrático como este. Hemos conseguido apoyo para contratar a un perito independiente que está revisando cada caso”. La PGR ha citado a declarar a enfermeras, médicos y personal de intendencia del hospital. Además ya hicieron algunas pruebas periciales y se está en espera de que dé a conocer los resultados.

La respuesta oficial

El delegado del IMSS en Sinaloa, Ariel Leyva Almeida, expuso que durante agosto y septiembre se presentó una “contingencia” en el hospital y murieron 13 bebés, pero solo en cuatro casos se interpuso una queja ante el instituto que se está investigando para dar una respuesta a los demandantes. Además los padres de familia ya han denunciado su caso ante la PGR. “La autoridad está revisando las condiciones en las que se dio la atención y estamos esperando a que la autoridad diga si hay una responsabilidad que el instituto tenga que asumir”. El resto de casos ocurridos durante mayo, junio y julio también se están analizando.

Esta “contingencia” se debió a varios factores, explica, como un crecimiento inusitado en el número de prematuros y de partos múltiples que se combinó con la vulnerabilidad que presentaban los menores al nacer. Las observaciones hechas por la Cofepris ya se corrigieron y ahora solo esperan los resultados de los peritajes hechos por las autoridades. “Con eso sabremos en qué casos sí hubo factores ambientales y hospitalarios que afectaron o fueron determinantes del fallecimiento del bebé”, aseguró el funcionario.