Muy Interesante
Cuando el dolor es crónico puede volverse la causa de una discapacidad para los afectados, alterando la posibilidad de llevar una vida normal e impidiendo que se lleven a cabo tareas cotidianas como trabajar, disfrutar de actividades sociales o realizar labores domésticas.
Pero como vamos a ver, el dolor de espalda no solo se expresa en la espalda. Sabemos que el dolor crónico se relaciona con cambios en el cerebro. Un estudio realizado por investigadores de Alemania y Australia ha utilizado la técnica de morfometría basada en vóxeles para imágenes de resonancia magnética de alta resolución con el objetivo de analizar qué áreas del cerebro se ven más afectadas en pacientes con dolor crónico de espalda.
El experimento, llevado a cabo por Hans Christian Fritz y sus colaboradores, contó con la participación de 111 pacientes con dolor crónico de espalda que se compararon con 432 personas libres de dolor. De forma importante, en este estudio se controlaron también los efectos de la medicación en una muestra de pacientes considerablemente amplia, comparado con otros estudios previos.
Los resultados, publicados recientemente en The Journal of Pain (2016), mostraron que el dolor crónico de espalda se relacionó con una reducción en la sustancia gris cerebral de determinadas áreas cerebrales: la corteza prefrontal en sus zonas ventrolateral, dorsolateral y medial, y en la ínsula anterior. Al analizar otras variables medidas en el estudio, como la intensidad del dolor, se observó que cuanto mayor era la intensidad dolorosa, menor era el volumen de la sustancia gris en áreas prefrontales dorsolaterales y ventrolaterales así como en el cíngulo anterior.
Los autores concluyen que el dolor de espalda crónico se asocia con alteraciones en áreas del cerebro que se encargan del procesamiento del dolor y de las emociones. Estos hallazgos podrán servir para comprender mejor cómo afecta el dolor a las personas que lo sufren. Estas áreas del cerebro participan también en el funcionamiento de la atención y la memoria de trabajo, y será interesante dedicar esfuerzos para averiguar cómo estos procesos cognitivos se pueden ver afectados también por el dolor crónico.
Marisa Fernández es Neuropsicóloga Senior en Unobrain