Muere fundador de la banda Earth, Wind and Fire

El País

Maurice White, baterista y fundador de Earth Wind and Fire, murió el jueves 4 en Los Ángeles. White, de 74 años, sufría la enfermedad de Parkinson y llevaba veinte años alejado de los escenarios; teóricamente, continuaba dirigiendo los negocios del grupo.

En el mundo musical, tienen ventaja las personalidades extravagantes y las trayectorias catastróficas. Eso explica, por ejemplo, que se venere a George Clinton y que existan varios libros sobre sus hazañas, algo que no ocurre con Maurice White. Aunque se podría afirmar que el proyecto de Maurice, Earth Wind & Fire, fue la versión triunfal de lo que Clinton intentó con Parliament-Funkadelic (y que sólo consiguió intermitentemente).

Es decir, tanto White como Clinton construyeron sus imperios musicales sobre mitologías particulares, que desarrollaban en sus portadas y en sus escenografías. En ambos casos, el sonido era proteico y subyacía una legítima intención de llegar tanto al público blanco cómo al negro.

También resulta inevitable señalar los paralelismos entre Maurice White y Booker T. Jones: eran amigos y crecieron en Memphis (Tennessee). Booker se convertiría en una de las armas secretas del sello Stax, mientras que White, emigrado a Chicago, trabajó entre bambalinas en Chess Records. Allí tocó en formidables discos de Etta James, Fontella Bass, Billy Stewart y muchos bluesmen.

Como Booker T, Maurice complementó sus ingresos de músico de sesión componiendo canciones e integrándose en una banda instrumental; en su caso, reemplazó a Red Holt como baterista de Ramsey Lewis, pianista que tocaba un jazz de amplio espectro. A su lado, descubrió la kalimba, el instrumento africano que le sugirió nuevas sonoridades y que estaría presente en sus futuras grabaciones.

En 1970, ya en Los Ángeles, White formó Earth Wind & Fire, una banda con metales que tocaba jazz, funk y soul con extraordinaria precisión. Tras dos elepés en Warner y la banda sonora para una película del director Melvin Van Peebles, White cambió de formación y fichó para CBS, donde tendría plena libertad creativa y cosecharía docenas de éxitos, recogidos en los dos volúmenes de The best.

Philip Bailey, carismático vocalista, facilitó que la oferta de Maurice White llegara a las masas. Le ayudaba también el productor y arreglador Charles Stepney, otro veterano de Chess Records, donde había cultivado su visión propia del soul psicodélico. Earth Wind & Fire podía tocar jazz exótico, a lo Weather Report, pero se notaba que había analizado atentamente las fórmulas ganadoras de Motown, Sly Stone o James Brown.

A partir de 1974, llegarían los pelotazos, que abarcaban desde baladas a llenapistas: “Shining star”, “Devotion”, “Fantasy”, “September” y su versión de “Got to get you into my life”, el homenaje de Paul McCartney al soul. En sus letras, se combinaban las enseñanzas del cristianismo afroamericano con ecos de filosofías orientales. Tras 1978, con la asunción de la disco music, llegaron celebraciones como “Boogie wonderland” o “Let’s groove”.

Ya en los ochenta, el grupo perdió fuelle. Philip Bailey publicó discos en solitario, saliendo de la sombra de Earth Wind and Fire con producciones firmadas por Phil Collins o Nile Rodgers. Y el propio White, que también cantaba con el grupo, sacó un disco en solitario en 1985, aparte de derramar su polvo de estrellas en producciones para Barbra Streisand, Neil Diamond, las Emotions o Deniece Williams. Más que la dispersión de energías, lo grave fue el abandono de sus metales, los muy solicitados Phoenix Horns, en la urgencia por modernizarse con instrumentación sintética.

Hubo éxitos menores y reuniones con los músicos clave; hasta intentaron aproximarse al rap en los noventa. La muerte del saxofonista Don Myrick, tiroteado en 1993 por un policía antinarcóticos de gatillo fácil, vino a simbolizar que sus planteamientos de fraternidad universal habían periclitado. Con todo, gracias a su disciplina, Earth Wind and Fire se mantuvo como grupo de directo. Su mercado era internacional, algo que recalcaron con su exuberante Live in Rio.