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Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Nacional de Singapur (Singapur), de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.), han descubierto que las personas más impacientes envejecen más rápidamente, puesto que sus telómeros son mucho más cortos que los de las más serenas.
La longitud de los telómeros (los extremos de los cromosomas en el ADN) supone la clave de la longevidad, ya que estos predicen la esperanza de vida en el medio natural. Así, tener telómeros más cortos a cualquier edad se asocia con un mayor riesgo de muerte y tener los telómeros más largos, a una mayor longevidad.
Pero, ¿es nuestro grado de tranquilidad un factor externo que afecte a cuánto podemos vivir?
Teniendo en cuenta que el propósito de los telómeros es proteger a los cromosomas de los daños a las células y que, conforme vamos avanzando en edad, estos se van acortando y van perdiendo, por tanto, este nivel de escudo para que las células puedan realizar el proceso de división celular, eliminando su estabilidad estructural, los expertos se preguntaron si el sosiego y la tranquilidad influirían de algún modo en este curso.
Los científicos contaron con la participación de 1.158 estudiantes universitarias chinos de entre 21 y 22 años de edad a los que se les comentó si estaban interesados en participar en un experimento de psicología común que consistía en dar a los voluntarios una cierta cantidad de dinero en ese momento y luego otra cantidad extra en fechas posteriores, método ideado para comprobar el grado de paciencia o impaciencia de cada uno de los participantes. Además todos ellos cumplimentaron un test de psicología para medir su nivel de inquietud.
El análisis de ADN y de sangre, antes y después del experimento reveló que los más impacientes tendían a tener una menor longitud de los telómeros que sus compañeros más serenos. Esto es, descubrieron que este rasgo humano hace que las personas envejezcan más rápido. Sin embargo, esta relación solo era consistente en las féminas y no tanto con los varones.
El estudio ha sido publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).