Cultura Colectiva
Ciudad de México.- ¿Cuándo volveré a verte? ¿Cuándo encontraré a alguien como tú? Tal vez nunca y puede ser que me haga bien. Tal vez tenga que aprender a estar sin ti y más conmigo porque dejamos de hacernos felices, dejamos de tocarnos la mano mientras caminábamos, de acariciarnos el cabello sin motivo…
No es que no te ame o que tú hayas dejado de hacerlo, simplemente dejamos que ese fuego que nos consumía se apagara. Dejamos incluso de hacer interesantes las peleas para reconciliarnos como sólo nosotros sabíamos. Dejamos de compartir las sonrisas, las canciones y los paseos.
Tampoco es que quiera irme porque haya alguien más esperando por mí, pero es que tus brazos ya no son el mejor lugar del mundo y sé que los míos dejaron de ser lo único en lo que pensabas; lo supe cuando no llegaste a nuestra cita por enésima vez porque tenías mucho trabajo, aunque antes fue por tu familia, por tus amigos, por tu pereza, porque ahora todo te importaba más que mis labios.
¿Cuándo volveré a verte? ¿Cuándo encontraré a alguien como tú? Tal vez nunca y puede ser que me haga bien. Tal vez tenga que aprender a estar sin ti y más conmigo porque dejamos de hacernos felices, dejamos de tocarnos la mano mientras caminábamos, de acariciarnos el cabello sin motivo…
No es que no te ame o que tú hayas dejado de hacerlo, simplemente dejamos que ese fuego que nos consumía se apagara. Dejamos incluso de hacer interesantes las peleas para reconciliarnos como sólo nosotros sabíamos. Dejamos de compartir las sonrisas, las canciones y los paseos.
Tampoco es que quiera irme porque haya alguien más esperando por mí, pero es que tus brazos ya no son el mejor lugar del mundo y sé que los míos dejaron de ser lo único en lo que pensabas; lo supe cuando no llegaste a nuestra cita por enésima vez porque tenías mucho trabajo, aunque antes fue por tu familia, por tus amigos, por tu pereza, porque ahora todo te importaba más que mis labios.
Me voy porque nos hemos convertido en un mal amor, porque ya nadie muere de envidia cuando nos mira, porque los detalles se han agotado, porque no quiero matar a esas que te sonríen sin motivo. Pero sobre todo, tenemos que parar con esto para que cada uno pueda ser feliz en otro lugar, con otras personas y por otros motivos, para que alguien más le encuentre sentido a su vida cuando despierte contigo o conmigo, para que nuestra piel sea lo más erótico que alguien pueda recordar, pero también paremos esto para de una vez superar al mal amor.
Los malos momentos comenzaron a ser más que los buenos
Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que nos reímos hasta que nos doliera el estómago y que el rostro no pudiera con una carcajada más.
Se acabó la magia
Ya no duermo sólo para despertar y verte una vez más. Duermo simplemente para cerrar los ojos y ver otras cosas y otros mundos en los que no estás.
Los detalles comenzaron a escasear
Dejaste de escribirme cartas y dejé de querer ir contigo a lugares nuevos. Dejamos de amar la lluvia sólo para caminar debajo de ella para después besarnos.
Ninguno volvió a ser espontáneo
Ya nada me recuerda a ti y sé que nada te hace recordarme porque simplemente dejamos de decírnoslo. No hay nada que nos haga sentir nuestro amor.
Los caminos que se rehusaron a compartir
Como esa canción de los Beatles, en la que uno dice “hello” y el otro “goodbye”; uno dice “stop” y el otro dice “go go go”.
Algunos secretos comenzaron a acechar
¿Recuerdas cuando nos faltaba el tiempo para contarnos todo? Pues eso también dejó de pasarnos. Los secretos aparecieron y no porque hiciéramos algo malo que se tuviera que esconder, simplemente preferimos ser egoístas con las aventuras.
Los defectos cada vez eran más intolerables
Todo eso que te hacía único ahora te hace insoportable y creo que el amor se trata de enamorarte de los defectos, porque de las cualidades cualquiera echa mano como arma infalible.
La soledad comenzó a sentirse mejor que la compañía
Ver la TV un domingo por la tarde sola me sabía mejor que una pizza y Netflix a tu lado. Claro que también noté que los partidos de fútbol tenían más sentido con tus amigos e incluso que cuando los veías sólo conmigo y respondías todas mis dudas.
Sueños que no tenían espacio para uno más
Queríamos comernos al mundo y de postre nuestros labios… Ah, qué buenos tiempos. Pero de pronto no quise darte una rebanada más de nada. La metas que tracé ahora me pertenecen exclusivamente a mí. Perdón, no eres tú, es nuestro mal amor.
Las llamadas y mensajes se quedaron sin contestar
Dejé de desesperar porque no me contestabas los mensajes. Dejaste de extrañar mi voz porque tampoco te dedicaba llamadas. Dejamos ver la última hora de conexión y los reclamos incluso por un “buenos días” en un abrir y cerrar de ojos se acabaron. Qué conveniente, ¿no?
Si hay algo en lo que nos ha beneficiado el cinismo moderno y la desfachatez juvenil es en poder reconocer o aceptar que todos estamos en busca del amor todo el tiempo, pero de amor real, amor imperfecto, ridículo, inconveniente, un amor que nos consuma totalmente, uno que nos haga enloquecer a tal punto que no pueda vivir uno sin el otro.