Mauricio Navarro.
Aguascalientes, Ags.- Desde el momento en el que los usuarios de redes sociales conocieron que Donald Trump, candidato a la Presidencia de Estados Unidos, vendría a México a sostener un encuentro con el Presidente Enrique Peña Nieto, era de esperarse que las reacciones no fueran en positivo. La especulación fue muy grande y con ello la desconfianza de recibir a un personaje que desde hace aproximadamente un año ha abanderado un discurso xenofóbico y racista, particularmente en contra de los mexicanos.
Recientemente, el Presidente Enrique Peña ha expuesto sus razones para invitarlo, a través de la oficina de comunicación de la Presidencia de la República se difundió el texto titulado “¿Para qué me reuní con Donald Trump?”, líneas que no tienen desperdicio porque resumen un discurso coherente y puntual de lo que se le tenía que decir al magnate.
Estoy convencido de que esta invitación fue oportuna.
Primero, Peña Nieto tenía el control de la situación. Invita a los dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos y el primero que acepta es Trump; la ventaja del Presidente de México estuvo en que lo trajo a su terreno, aquí podía definir si hacía una conferencia de prensa y de qué modo. Su oportunidad estaba en el manejo de la situación.
Segundo, las opciones que tenía Peña Nieto eran solamente dos: dialogar o confrontarlo con insultos y ofensas. ¿Usted hubiera preferido la segunda opción a pesar de la importancia de la relación económica con ese país?. El Presidente estaba haciendo política de Estado, no un berrinche.
Tercero, si las versiones de que Luis Videgaray Caso es el artífice de esta reunión, hay que considerar que el titular de Hacienda es un hombre pragmático, como el grupo político al que pertenece. Sin lugar a dudas la intención estaba clara, pero faltó contundencia para que la imagen del mandatario se relanzara; era una oportunidad invaluable en la que se jugaba mucha percepción, sin embargo, se desaprovechó.
A pesar de las ventajas que parecieran estaban a favor del Ejecutivo, poco pudo hacer para que la mayoría de los mexicanos se sintieran respaldados e identificados con su gobierno.
¿De qué sirvió el encuentro si Trump reforzó sus declaraciones? Cabe recordar que el candidato también tiene que jugar su juego. No vino a una terapia y tampoco se le buscaba persuadir. Escuchó y recibió comentarios de indignación, lo cual es un primer paso para demostrarle que en esta país nadie se esconde ante lo agravios. Aquí habitamos quienes confían en la vía del diálogo como la mejor medida para resolución de conflictos. La utilidad del encuentro está en fijar una postura internacional en la que México demuestra que no se humilla ante nadie. Se dijo lo que era necesario, lo que faltó fue saberlo comunicar.
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