El Clarinetero
Aguascalientes, Ags.- Poco más de 5 meses después hacemos un recuento de las claves de la derrota en las urnas que sufrió la priista, Lorena Martínez Rodríguez.
En primer lugar sin duda alguna la fractura que desde 2010 vivió con el inquilino de palacio de gobierno.
Seguido ello, de hizo berrinche en noviembre del 2015 cuando amenazó que si no le daban la candidatura a la gubernatura se iría como independiente algo que llamó sobre manera la atención, un chantaje al final de cuentas.
Asimismo ya durante la precampaña y la campaña durante sus eventos dijo a propios y extraños que la marca PRI estaba por abajo de su persona. Esto provocó contrariedad entre la militancia del Revolucionario Institucional. Ese mismo tema lo señaló a los medios de comunicación en varias ocasiones.
Su molestia cuando le preguntaron su opinión sobre el tema de los matrimonios homosexuales, algo que la comunidad gay del estado no le perdonó y menos cuando reiteró estar en contra de este tipo de uniones.
Mostrar su intolerancia cuando una mujer tomó el micrófono en un evento priista y le ordenó en tono amenazante al indicarle que iba a votar tanto por ella como por su compañero de fórmula a la alcaldía capitalina, José de Jesús Ríos Alba, un escándalo que se hizo viral no solo en México sino allende las fronteras.
Cerca de la fecha de la elección también indicó tener más trayectoria que el presidente de la República, emanado de su partido.
Además de refrendar su fractura con el gobernador del estado al advertir que lo sancionaría sí encontraba irregularidades en sus cuentas públicas, (algo correcto sin duda, pero que sonó como una venganza política).
De igual manera su equipo de prensa se mostró represivo con los representantes de los medios de comunicación durante gran parte de la campaña.
En el tema de la plataforma jamás pudo aterrizar en el electorado su principal propuesta de campaña llamada “Aguascalientes Valley“. Ahí la culpa es de sus estrategas que se mostraron soberbios y parece contagiaron a la entonces candidata.
Toda esta suma de errores aunada a que evidentemente su compañero de fórmula nunca le ayudó sino al contrario, derivaron en lo que hoy conocemos como una gran derrota para el PRI y ella misma que se sumó a las tres anteriores en el presente sexenio que está a unos días de concluir.
El tiempo cura las heridas y sirve para reflexionar para cambiar lo que se hizo mal, sobre todo sí se busca otra oportunidad electoral en el mediano o largo plazo. A ver qué sucede.
