La Jornada
CDMX.- Ubicarse en los niveles socioeconómicos más bajos y tener un trabajo de rango inferior es factor de riesgo para contraer enfermedades y morir de manera prematura, incluso por encima de condiciones como la obesidad y la hipertensión arterial.
Además, las personas en esa situación reportan 2.1 años de vida perdidos, concluyó una investigación realizada en cinco países de Europa, así como en Estados Unidos y Australia.
Los resultados se publicaron en la revista científica internacional The Lancet como llamada de atención a los gobiernos y organismos internacionales para que entre las metas de las estrategias globales, regionales o locales de salud se incluya el mejoramiento del nivel económico y social de las personas.
Hasta ahora, dicen los investigadores, en planes como los Objetivos para el Desarrollo Sustentable se ha mencionado de manera aislada el abatimiento de la pobreza, el acceso a salud y educación, pero nunca se les ha vinculado con el estatus laboral y de ingresos de los individuos como mecanismo para disminuir la mortalidad prematura.
En 2011 los países miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) firmaron la iniciativa 25×25, es decir, reducir 25 por ciento la mortalidad asociada con enfermedades no transmisibles en 2025.
El estudio más amplio en el mundo
El foco de atención se puso sobre siete factores de riesgo principales: uso nocivo de alcohol, tabaquismo, sedentarismo, presión arterial elevada, elevado consumo de sal, diabetes y obesidad. El plan prevé que con la reducción o eliminación de estos aspectos se conseguirá el objetivo 25×25, pero dejaron fuera lo relativo al estatus socioeconómico de las personas.
El estudio, en el que participaron especialistas de universidades y centros de investigación de Reino Unido, Francia, Suiza, Portugal, Italia, Estados Unidos y Australia, consistió en un análisis de 48 trabajos en los que se incluyó a 1.7 millones de individuos con una edad promedio de 47.8 años.
Es el trabajo más amplio que se haya efectuado sobre este tema en el mundo. Se comparó el efecto de los factores de riesgo mencionados con el impacto que tiene en el desarrollo de enfermedades y se agregó el nivel socioeconómico de las personas.
De entrada observaron la mortalidad, que fue mayor entre los individuos de menores ingresos, de 15.2 por ciento para los hombres contra 11.5 por ciento entre los que tenían un nivel socioeconómico alto. En las mujeres los porcentajes fueron 9.4 contra 6.8, respectivamente.
Al desglosar los datos por los principales factores de riesgo asociados con la mortalidad, se encontró que entre éstos se encuentra la pertenencia a un nivel socioeconómico bajo en el orden siguiente: primero se ubica el tabaquismo, seguido de la diabetes, la inactividad física y el consumo nocivo de alcohol. Enseguida se encontró el nivel socioeconómico bajo, luego la hipertensión arterial y la obesidad.
En el análisis sobre los años de vida perdidos por estas causas, los expertos detectaron que por tener un nivel de ingresos inferior, los individuos pierden 2.1 años; por consumo nocivo de alcohol, 0.5; por obesidad, 0.7; en tanto, la diabetes provoca 3.9 años de vida perdidos.
La hipertensión ocasiona la pérdida de 1.6 años, el sedentarismo 2.4 y el tabaquismo 4.8.
Con base en estos datos, los expertos señalaron la necesidad de que los países incluyan el indicador socioeconómico medido por el tipo y nivel laboral de las personas entre los factores que se pueden modificar para disminuir la mortalidad.
Para ello se requieren intervenciones como la promoción del desarrollo temprano de la infancia, la reducción de la pobreza, mejorar el acceso a educación de alta calidad y el desarrollo de ambientes seguros en el hogar, la escuela y el trabajo, entre otros.