Un fármaco para el cáncer revierte los problemas sociales del autismo

Sarah Romero / Muy Interesante

La incapacidad para relacionarse con los demás es una de las consecuencias más dramáticas de los pacientes con trastorno del espectro autista. Y, actualmente, no hay tratamiento para este síntoma. Afortunadamente, una nueva investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Buffalo (EE. UU.) revela la primera evidencia de que es posible emplear un único fármaco para aliviar los síntomas del comportamiento, ya que se dirige a conjuntos de genes implicados en la enfermedad.

La investigación, publicada en la revista Nature Neuroscience, demostró que el tratamiento breve con una dosis muy baja de romidepsina, un medicamento contra el cáncer aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), restableció de forma sostenida los déficits sociales en ratones con autismo.

El tratamiento de tres días revirtió los problemas en habilidades sociales en un gen llamado Shank 3, un factor de riesgo importante para el trastorno del espectro autista. Este efecto duró tres semanas, abarcando desde el período juvenil hasta el final de la adolescencia de los roedores, una etapa crítica de desarrollo para las habilidades sociales y de comunicación, el equivalente a varios años en los humanos, lo que sugiere que los efectos de un tratamiento similar podrían ser de larga duración, apuntan los investigadores.

“Hemos descubierto un compuesto que tiene un efecto profundo y prolongado en los déficits sociales similares al autismo sin efectos secundarios aparentes”, comenta Zhen Yan, líder del trabajo.

  • El efecto del fármaco contra el cáncer en los ratones con autismo fue profundo y prolongado

El estudio se basa en una investigación anterior de 2015 que reveló cómo la pérdida de Shank 3 interrumpe las comunicaciones neuronales al afectar la función del receptor NMDA (de N-metil-D-aspartato), un jugador crítico en la regulación de la cognición y la emoción.

Para continuar con estos hallazgos prometedores, Yan fundó una compañía emergente llamada ASDDR, que recibió una subvención de los Institutos Nacionales de Salud por más de 770.000 dólares.

En la nueva investigación, los científicos encontraron que podían revertir esos déficits sociales con una dosis muy baja de romidepsina, pues restauraba la expresión y la función génica utilizando un mecanismo epigenético, donde los cambios genéticos son causados por influencias distintas de las secuencias de ADN.

“El autismo implica la pérdida de muchos genes”, explicó Yan. “Para rescatar los déficits sociales, un compuesto tiene que afectar una serie de genes que estén involucrados en la comunicación neuronal”.

Para hacerlo, el equipo recurrió a un tipo de remodelador de cromatina, las enzimas modificadoras de histonas que ayudan a organizar el material genético en el núcleo (por lo que la expresión génica puede ser regulada). Dado que muchos genes se ven alterados en el autismo, los científicos de la estaban convencidos que un modificador de histonas podría ser eficaz.

El efecto de rescate en la expresión génica fue generalizado. Cuando Yan y su equipo llevaron a cabo una exploración genómica descubrieron que la romidepsina restauró la mayoría de los más de 200 genes que fueron suprimidos en el modelo de animales autistas que emplearon en el experimento.

“La ventaja de poder ajustar un conjunto de genes identificados como factores clave de riesgo de autismo podría explicar la eficacia fuerte y duradera de este agente terapéutico para el autismo”, concluye Yan.