Redacción
El coronavirus nos ha traído una serie de impactos considerables. Quizá una de las más importantes fue la modificación en nuestra rutina diaria como el confinamiento y el distanciamiento social.
Esta conducta puede ser un factor desencadenante de diferentes enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, la depresión o la ansiedad. No obstante, los expertos reconocen que aún no se conoce a detalle cuáles son las alteraciones neuronales que hacen que el aislamiento desencadene estos cambios en nuestro comportamiento.
Diferentes investigaciones han sugerido que el aislamiento tiene un impacto diferente dependiendo de la edad del individuo. Por ejemplo,
datos obtenidos en humanos señalan que los niños y niñas que han sufrido un aislamiento social importante durante la infancia tienden a presentar problemas en su educación y problemas psicológicos.
Otros estudios realizados con ratones indican que, cuando estos animales han sido aislados durante su infancia y/o juventud y vuelven a convivir en grupo, comienzan a normalizar su comportamiento y a revertir algunos de los cambios que se habían producido en su cerebro.
Obviamente, el aislamiento transitorio que estamos sufriendo por la pandemia no debería representar dificultades graves para nuestros menores si están en casa con sus padres. Pero no estaría de más que intentáramos estimular las relaciones sociales durante este tiempo por todas las vías posibles. En estos días se hace muy necesario el afecto y la relación dentro de nuestras casas, pero también, más que nunca a través de cualquier otra vía para evitar el aislamiento y la soledad.
Con información de Grandes Medios