Alejo Sánchez Cano / El Financiero
Las pretenciosas ambiciones políticas de Alejandro Moreno (Alito), presidente del Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no solo están dividiendo la unidad interna, si es que la hay, sino que hacia el exterior pone en riesgo la coalición Va por México, que hasta ahora le ha dado buenos resultados con el PAN y el PRD.
Basta con revisar un poquito la historia de los dirigentes del tricolor en funciones y se podrá observar que la militancia, en ningún caso, ha visto con buenos ojos la candidatura de sus dirigentes nacionales en pos de la silla del águila; lo anterior, a razón de que militantes y simpatizantes de la nomenclatura priista se sienten usados o engañados ante los evidentes objetivos de carácter personal de sus dirigentes y que, por supuesto, no son los mismos de la base militante.
Lo peor del caso que nos ocupa es que en la generalizada opinión pública han calificado el ‘autodestape’ del dirigente nacional, también conocido como Alito, como una broma de mal gusto o una ocurrencia, sin que esta gracejada tenga impacto a considerar en las mediciones demoscópicas y mucho menos en la realpolitik del momento.
Y como si algo faltara en la fallida autopromoción del también diputado federal, lleva ya varios días desde que, en el mundo mediático, al oriundo de Campeche le filtraron unos audios y que no lo dejan bien parado ni con sus paisanos, ni con la militancia nacional de su partido, y mucho menos con dirigentes y militantes de sus aliados políticos que piensan llegar juntos en una alianza para la competencia presidencial de 2024, además de los delitos electorales y penales que conllevan sus palabras de mea culpa.
Por muchas cosas, pero principalmente por la personalísima promoción política, lo menos que varios de sus correligionarios le han pedido para los tiempos por venir es que renuncie y deje de contaminar lo poco que aún le queda de buena imagen al PRI, donde los aliancistas han hablado de una candidatura común rumbo a la madre de todas las elecciones y todo indica que esa fórmula se podrá lograr ya sin Moreno Cárdenas al frente del otrora poderoso Revolucionario Institucional.
De los audios hasta ahora filtrados a los medios de comunicación ya mejor ni mencionar su contenido, pues aunque haya deslinde, lo nieguen o digan que han sido editados y sacados de contexto, se da por hecho que detrás de todo ello hay una guerra sucia, sí, pero pocos se atreverían a defender al tal Alito por muy presidencial que diga ser, así que si en algo aun quiere ayudar al proyecto político que representa, le queda el camino de la renuncia a la dirigencia nacional que ostenta.
Y en este penoso asunto donde lo acusan de oscuros manejos financieros, algo debe quedar claro: una renuncia no quiere decir que esto se traduzca en una especie de carta de impunidad, al contrario, debe dimitir para enfrentar y deslindarse de posibles acusaciones penales ante la justicia y en ese camino no estaría mal también pedir licencia al cargo legislativo.
Con todo y que presume de su trayectoria política por haber sido competitivo al ganar dos elecciones como diputado federal y también los cargos de senador de la república y gobernador, la numeralia de triunfos personales en nada se compara con los números que ha obtenido al frente del partido tricolor.
Por si fuera poco, en las próximas elecciones del 5 de junio, en donde se renovarán seis gubernaturas, el PRI perderá dos de sus últimos cuatro bastiones que le quedan, Hidalgo y Oaxaca, los otros son Estado de México y Coahuila.
Junio será el mes que marque el rumbo de este partido al que en más de una ocasión, le han vaticinado su muerte, pero ahí sigue, aunque hoy la ineptitud, corrupción y desdén a la militancia, han dado en la línea de flotación del PRI.
El escenario del PRI en cuanto a mantener sus prerrogativas como partido político a nivel nacional, se recompone ante la salida de Alejandro Moreno, si se logra democratizar el proceso de selección del nuevo líder de ese partido.
Veremos si los tricolores tienen la capacidad de reinvertarse bajo la renovación democrática o si de plano volverán a las andadas con la práctica del amiguismo y el compadrazgo.