Redacción
La resaca se manifiesta con dolores de cabeza intensos, náuseas, cansancio y algunas neblinas mentales. Aunque las causa más común de ello es la excesiva ingesta de alcohol, también se puede presentar en personas que simplemente no toleran esta bebida.
Cuando bebemos alcohol, una enzima en nuestro cuerpo llamada alcohol-deshidrogenasa (ADH) lo descompone en un compuesto llamado acetaldehído. Otra enzima, la aldehído-deshidrogenasa (ALDH), convierte al acetaldehído en ácido acético no tóxico (vinagre).
Los adultos mayores tienen una ALDH inferior a la media, lo que explica por qué nuestra respuesta al alcohol parece empeorar a medida que envejecemos. Pero aquellos con intolerancia genética tienen una versión mutada de ALDH.
En otros casos, las personas pueden ser intolerantes a los químicos que dan sabor y color a las bebidas alcohólicas, no al alcohol en sí. La histamina (que se encuentra en el vino tinto) y los salicilatos (que se encuentran en el vino, la cerveza, el ron y el jerez) son ejemplos comunes.
Algunas personas son intolerantes a los conservantes del alcohol llamados sulfitos, y descubren que consumirlos puede desencadenar síntomas que incluyen congestión o secreción nasal, dolor de cabeza intenso, urticaria, picazón, respiración entrecortada y malestar estomacal.
Es relativamente simple reconocer la diferencia entre una resaca y una intolerancia al alcohol, dice Timothy Watts, médico consultor en alergias de adultos de The London Clinic.
“Las resacas generalmente se sienten intensamente la mañana después de una noche de consumo excesivo de alcohol. Sin embargo, las intolerancias genéticas metabólicas ocurren más rápidamente, generalmente dentro de la siguiente hora de haber bebido”.
Con información de BBC