Redacción
Milagros es una mujer de 26 años que pasó por una relación tóxica. Con su experiencia, contó que “tóxico no solo es cuando alguien te trata mal, es cuando te hace sentir insignificante algunos días y te llena de amor otros”.
Este comportamiento es conocido como “Love Bombing” o “bombardeo de amor”. Es una técnica en la cual uno de los integrantes de la relación llena de amor, halagos y atenciones al otro con el fin de manipularlo o controlarlo en otra ocasión.
Cuando pasa el tiempo y el halagado/a se percata de que estas demostraciones de afecto no son genuinas, el manipulador empieza a mostrar su verdadera personalidad volviéndose más obsesivo, controlador y en situaciones, maltratador.
Aunque pareciera que es un término inventado por las nuevas generaciones, la realidad es que el “love bombing” es más acuñada a la década de los 70´s. En ese entonces una secta estadounidense conocida como Unification Church of the United States, engatusaban a sus miembros a través de bombas de amor o sobredosis de afecto. Así, las víctimas, solo se sentían protegidas y seguras dentro de estas muestras de afecto y amor desproporcionados para rechazar la hostilidad del mundo exterior.
Un estudio titulado Love-bombing: a narcissistic approach to relationship formation destacó que este tipo de manipulación es característico en las relaciones amorosas de personas narcisistas y con bajo nivel de autoestima. Además, recalcaron que con la presencia de Internet y digitalización, esta técnica es más frecuente en jóvenes que en generaciones anteriores.
Esta práctica se da en distintas fases:
1. Idealización
Se trata de idealizar al otro debido a sus acciones constantes de amor, “te hace sentir especial o único desde todas esas validaciones y halagos” para poder obtener y alcanzar eso que necesita. Demuestra tanto su amor que uno hasta llega a pensar que no es merecedor de eso. En ocasiones, las muestras de afecto llegan al límite de pedir casamiento, hablar de tener hijos o hacer declaraciones como “sé que sos el amor de mi vida” a tan solo poco tiempo de conocerse.
2. Castigo o desaprobación
Luego de esa primera fase de idealización, uno empieza a comportarse de la manera opuesta a la que el otro espera. “Cuando salís de su control aparece el castigo o la desaprobación y esto tiene que ver con generar culpa por las conductas de uno”. Si le dedicás menos tiempo, te juntás con tus amigos o le das interés a otras cosas, el manipulador empieza a tener conductas raras, deja de ser tan atento y amoroso, genera espacios de silencio y empieza a aumentar la inseguridad de qué es lo que está pasando, baja la autoestima, aumenta la culpa, el malestar, te va quitando la libertad, aparece su verdadera personalidad.
3. Agotamiento y descarte
En esta etapa lo que puede pasar es que uno al encontrarse en esa situación vuelva a empezar el mismo bucle tóxico porque el otro lo tiene controlado. Vale aclarar que estas conductas mencionadas previamente están camufladas, no son comunicadas de manera directa. Por ende, quien sufre o es víctima debe tomar la decisión de alejarse de esa persona o seguir en ese círculo vicioso. Asimismo, suena fácil pero estos vínculos son adictivos y por eso es muy difícil correrse de ellos.
En cuanto a su prevención o evasión, la psicóloga Sol Buscio recomienda empezar a darle tiempo a la construcción del vínculo, estar atento a la cuestión del espacio propio, a si hay validación exagerada. Por lo que se ha estudiado hasta ahora sobre este tipo de personas, se encontró que están dentro de una estructura mental narcisista y es muy difícil cambiarlas ya que no se dan cuenta que tienen estos comportamientos.
Con información de La Nación