Nexos
En el ciclo escolar 2022-2023 iniciará un proceso de formación docente en todas las escuelas del país sobre la llamada Nueva escuela mexicana (NEM). Como punto de partida, la propuesta del Plan y programas de estudio. Educación básica 2022 considera los siguientes aspectos como fundamentales: i) la comunidad como núcleo del proceso educativo, y ii) un perfil de egreso que busca formar una ciudadana y un ciudadano activo, participante, respetuoso de los derechos humanos y de su diversidad, seguro de sí mismo(a), con una alta autoestima, estabilidad emocional, salud física, sexual y reproductiva, que conviva con los demás y con el medioambiente en armonía y —finalmente— con un alto pensamiento crítico, propio e independiente que incluya los saberes culturales aprendidos desde su localidad.
Para lograr lo anterior, se busca desarrollar las siguientes capacidades como ejes transversales a lo largo de todo el proceso: pensamiento crítico; interculturalidad crítica; inclusión; igualdad de género; educación estética; lectura y escritura en el acercamiento a las culturas, y vida saludable. Esto, a su vez, está organizado en cuatro campos disciplinares: saberes y pensamiento científico; lenguajes; ética, naturaleza y sociedad, y de lo humano a lo comunitario. Ello implica que, mientras que en preescolar y primaria no existen las asignaturas como tales, en secundaria se conservarán, pero articuladas a cada campo formativo, lo que muy probablemente obedece a que las contrataciones de las y los docentes permanecerán. Un ejemplo de configuración es la que se identifica en lenguajes: se conjugan español, inglés, o lengua materna en el caso de los pueblos indígenas, lengua de señas mexicana y los lenguajes artísticos. Además, se trabajará por fases: 1.ª inicial, 2.ª preescolar, 3.ª primero y segundo, 4.ª tercero y cuarto, 5.ª quinto y sexto; finalmente, 7.ª secundaria. Cada una considera contenidos y progresiones en el aprendizaje por grado escolar.
Epistemologías del sur: fundamento epistémico de la NEM
La epistemología es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento y que responde a las preguntas de qué se puede conocer, cómo y desde dónde y, con ello, cómo se puede saber que algo que se ha conocido como objeto por parte del sujeto es válido. Así, existen varias corrientes que responden a esas preguntas: idealismo, realismo, empirismo, positivismo, constructivismo, entre otras. Llama la atención un aspecto que resulta fundamental en esta nueva estructura curricular: el papel de los aportes de las llamadas epistemologías del sur de Boaventura de Sousa Santos; incluso se les cita textualmente en el documento presentado por la SEP. Santos es uno de los máximos exponentes de esta postura epistemológica a nivel mundial, y es reconocido por ello en varias universidades europeas, estadunidenses y latinoamericanas, sobre todo en el sector académico que se caracteriza por las ideologías de las izquierdas.
En las llamadas epistemologías del sur, la perspectiva de observación no se reduce a identificar la relación objeto-sujeto; más bien se parte de reconocer quién lo produce y con ello ubicar que desde los inicios de la conquista existe una relación de dominación que surge entre un sujeto colonizador y otro colonizado que conlleva a una imposición epistémica de los más fuertes sobre los “históricamente victimizados, explotados y oprimidos por el capitalismo y el colonialismo globales”.1 Dicho de otra manera, que con los procesos de colonización no sólo se impulsó un modo y estilo de vida europeo sobre los pueblos conquistados, sino que también se llevó a cabo un “epistemicidio”, un asesinato de los procesos cognitivos y de las formas de conocer existentes en los pueblos que fueron colonizados.
Santos retoma el concepto de paradigma de Thomas S. Kuhn como una forma de conocer universalmente aceptada, y que en la modernidad occidental es el dominio de las ciencias naturales, su metodología de investigación cuantitativa, y cuya disciplina rectora —las matemáticas— se impone sobre las ciencias sociales y divide el conocimiento en científico y no científico. Esto, sigue el argumento, tiene como consecuencia un modelo totalitario que niega otras formas de conocimiento: excluye los mitos, las creencias y las tradiciones, y es secularizante porque niega a dios como sujeto empírico.2 Su intención es regular la vida de la sociedad y emanciparla mediante la apropiación colectiva de reglas de lo que se considera aceptable o rechazable por bárbaro e ignorante en el saber.
Tomando en cuenta lo anterior, Santos señala que es necesario construir otro paradigma, el de la posmodernidad. Sin embargo, no parte de eliminar ideas absolutas sobre la verdad que contemplan la diversidad de miradas y posibilidades para definir las realidades existentes —como se ha comprendido en Europa y en Estados Unidos, con Lyotard, desde 1979—, sino desde el sur, integrando a los pueblos y sectores de la población que han sido excluidos. Lo define como “un paradigma del conocimiento para una vida decente”3 que no sólo se genere y acepte desde las ciencias, sino desde otra epistemología, la de la visión.
El paradigma “posmoderno” de Santos y otros autores implica la inclusión de los conocimientos populares, no necesariamente científicos, generados en los pueblos que han sido silenciados por la cultura occidental: los pueblos indígenas y todos los no europeos o norteamericano —árabes, musulmanes, hindúes, chinos, entre otros—, así como las mujeres, los pobres, oprimidos y explotados; la población LGBTTIQ+, las personas con discapacidad, la población afrodescendiente. Esto tiene como consecuencia la construcción de la justicia cognitiva global, que se traduce en una descolonización, o sea, en quitar la construcción europea de la mente de los conquistados.
Epistemologías del sur y viabilidad constitucional en planes y programas
Regresando a la Nueva escuela mexicana, la propuesta del Plan y programas de estudio establece que busca “que la formación de las niñas, niños y adolescentes, en todos los niveles, grados y modalidades de la educación básica, permita la construcción de una idea del ser humano encarnada en el sujeto colectivo que forma un todo con la naturaleza”. La propuesta curricular también identifica como “decolonizar” la deconstrucción de los procesos subjetivos que establecen una situación de opresión, y que requieren de la construcción de otras alternativas de pensamiento y de acción para la emancipación. Vale la pena señalar que la propuesta de la NEM retoma a Walsh y que el término “decolonizar” aparece 29 veces en el documento base.4
Los nuevos planes y programas reconocen el papel de los “saberes”, palabra repetida a lo largo de los planes de estudio 2022 alrededor de 140 veces; el término “conocimientos” se menciona en casi 150 ocasiones. Se identifica que los “saberes” y los “conocimientos” son contenidos imprescindibles, iguales en jerarquía. Sin embargo, estos últimos serán interdisciplinarios y buscarán resolver los problemas que encuentren en beneficio de las comunidades de cada centro escolar por la participación activa de las y los estudiantes, impulsando así una transformación profunda de la sociedad mexicana.
Más aún —y de conformidad con las críticas que hace Santos— las matemáticas desaparecen como asignatura. Su pensamiento formal se imparte en un proceso dirigido hacia la abstracción en el preescolar y en la primaria, sus contenidos se subordinan al campo disciplinar de “saberes y pensamiento científico”, y se reducen drásticamente a lo largo de todo el plan y programas de estudio desde un enfoque muy pragmático —en secundaria, sin embargo, cuentan con periodos lectivos propios—. En otras palabras, no se eliminan pero se reducen sustancialmente.
La pregunta que surge es, ¿qué tipo de “saberes” se abordarán en la NEM? Si bien es cierto que existen múltiples aportaciones que emergen del conocimiento popular como pueden ser el uso de las hierbas medicinales, los refranes, dichos, poemas y canciones, así como los valores familiares, también existen otras que tienen consecuencias muy negativas. Tomando en cuenta lo anterior, el problema de fondo con las epistemologías del sur es que pudiera existir una contradicción profunda con el artículo 3.º constitucional.
El artículo señala que la educación mexicana deberá contar con un respeto irrestricto a los derechos humanos y estos, por definición, son “inalienables, imprescriptibles y sobre todo individuales”; es decir, que no se puede subsumir a cada niño, niña, adolescente o joven a un sujeto colectivo que emerge de la comunidad y que se encarna en la naturaleza. Pero, además, la Constitución también señala que la educación deberá ser laica y que: “El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
En suma, si bien es cierto que el diseño curricular de la NEM hace aportaciones como el diseño de proyectos escolares para la mejora de la comunidad a través de la participación activa de las niñas, niños y adolescentes, también lo es que, tal y como se encuentra, pudiera presentar serios problemas constitucionales.