Redacción
EEUU.- Los perros nos ayudan a crear comunidad, gracias a ellos miles de personas se conocen y conviven diariamente. Y como parte de conocer a los vecinos es conocer también a los perros – a veces hay personas que solo identifican al lomito, seamos honestos – existe una serie de preguntas que siempre hacemos: ¿cómo se llama y cuántos años tiene?
Hay algunas personas que cuando conocen la edad de un perro inmediatamente quieren convertir su edad en “años humano” a su equivalente en “años perro”, y la fórmula suele ser muy básica, multiplicar la edad por siete. De esta forma un cachorrito de un año equivaldría a un niño de 7 años, un perro adulto de 10 años tendría el equivalente a 70 años.
Calculando la edad biológica
Existen otras propuestas empíricas para hacer este cálculo, pero sin duda multiplicar por siete es una de las más conocidas. Sin embargo, sin importar qué fórmula se use el resultado será incorrecto.
Dichas fórmulas toman como parámetro únicamente el promedio de los años de vida estimado entre ciertas razas de perro y los humanos, algo que puede variar mucho por la calidad de vida.
Las diferencias en la calidad de vida puede tener efectos muy grandes en la salud de las personas y esto tiene como consecuencia que nuestra edad biológica sea distinta de nuestra edad en el calendario.
Conforme envejecemos, nuestro ADN va sufriendo modificaciones químicas, una de ellas se conoce como metilación, en la que grupos metilo – pequeñas moléculas conformadas por un átomo de carbono enlazadas a tres de hidrógeno y que puede enlazarse a otras moléculas más complejas – se añaden a secuencias específicas de ADN.
Esta metilación se ve afectada no solo por el paso del tiempo, sino de enfermedades, un estilo de vida inadecuado y por nuestra propia genética. Algunos investigadores han propuesto que se puede convertir la metilación del ADN de una persona a una edad biológica estimada, a esto se le conoce como reloj epigenético.
Pasando el modelo a perros
Pero no solo nosotros contamos con un reloj epigenético, ratones, chimpancés, lobos y perros al parecer cuentan con él y con los análisis adecuados podríamos calcularlo también.
Dado que los perros han sido nuestros compañeros milenarios, viven en los mismos lugares que los humanos y en general llevan una vida muy parecida a la de sus perros – a veces más sana, a veces peor -, investigadores de la Universidad de California, San Diego, usaron a unos cuantos lomitos como modelo de estudio.
Como bien sabemos, los perros tienen diferentes tiempos de esperanza de vida en función de su raza – siendo los más grandes los que viven menos -, pero su desarrollo en promedio es similar; a los 10 meses llegan a su pubertad y antes de los 20 años fallecen.
Así que para tener una mayor probabilidad de calcular un reloj epigenético correcto los científicos se enfocaron solo en un raza, los labrador retriever. Se utilizaron las muestras de ADN de 104 lomitos, con un rango de edad de entre 4 semanas y 16 años, analizando los patrones de metilación de su ADN.
Lo hemos estado calculando mal
Usando la tasa de metilación en perros se pudo hacer su equivalente con el reloj epigenético humano, aunque la nueva fórmula requiere llevar una calculadora a la mano. Debemos obtener el logaritmo natural de la edad del perro, multiplicarlo por 16 y finalmente sumar 16.
Con esta conversión más precisa, nos podemos dar cuenta que algunas etapas en la vida de ambas especies coinciden, por ejemplo, a las 7 semanas de nacido los perros comienzan a desarrollar sus dientes, lo que coincide con la edad epigenética de los humanos, a los 9 meses. Además, el nivel de metilación llegado a la edad promedio en expectativa de vida de los labrador, de 12 años, también coincide con la de los humanos, 70 años.
Los resultados de metilación también dejan en claro que el reloj epigenético de los perros va mucho más rápido que el de los humanos al inicio de su vida, ya que los niveles que presenta un perro a los 2 años equivalen a los de un adulto de 40. Y nosotros viéndolos todavía como jóvenes. Aunque eso sí, después su ritmo de metilación se hace más lento.
Cabe destacar que esta fórmula solo se aplica a los labrador. Por ello los investigadores formaron el Dog Aging Project – proyecto de envejecimiento de perro – en el que recopilarán datos de todas las razas con el objetivo de crear perfiles epigenéticos para todas las razas que puedan y ver si esto se relaciona con el desarrollo de enfermedades o esperanza de vida de cada tipo de lomito.
Solo nos queda estar al pendiente y esperar que la próxima vez que le preguntemos a un vecino la edad de su perro no tengamos que sacar toda una lista de fórmulas para cada raza, además de la calculadora.
*Información de MUY INTERESANTE.