Redacción
En Shenzhen, China, no se ha bajado la guardia contra el Covid-19. Se requerían pruebas diarias del virus para ir prácticamente a cualquier parte y los edificios individuales habían sido cerrados.
A medida que el resto del mundo abandona o flexibiliza muchas restricciones a diario, las reglas de China se vuelven más duras, junto con los patrones de vida pandémicos bajo un gobierno que insiste en eliminar todos los casos.
Sin embargo, estas políticas han estado vigentes durante tanto tiempo y con tan pocas señales de flexibilidad, que vivir con ellas parece, si no normal, al menos rutinario. En la entrada de cada espacio público hay un código QR impreso que las personas deben escanear con sus teléfonos para registrar su visita.
Todos también tienen un código de salud personal, que utiliza los resultados de las pruebas y el historial de ubicación para asignar un color. El verde es bueno. Ya el amarillo o rojo indican que es posible que te envíen a cuarentena. Pero lo que determina el color de tu código es confuso.
Cuando un escándalo bancario provocó protestas en la provincia de Henan este año, los funcionarios manipularon los códigos de salud de los manifestantes para impedir que se reunieran.
Algunas características de la China en la era de la covid son testimonios de la creatividad humana. La Biblioteca de Cantón ofrece máquinas esterilizadoras de libros, que parecen refrigeradores de alta tecnología. Los fabricantes de equipos de protección personal han diseñado unidades de aire acondicionado individuales, que inflan los trajes protectores de los trabajadores médicos con aire frío mientras realizan horas de pruebas masivas.
Para muchos chinos, los últimos años de la pandemia han agitado el espectro emocional, desde la ira hasta la frustración y el dolor. Pero la primera palabra que muchas personas emplean cuando les pregunto cómo se sienten es impotencia. Eso es a lo que es imposible acostumbrarse: la absoluta arbitrariedad. Estás encerrado, hasta que alguien decide que no lo estás.
Con informacion de The New York Times