De las canchas a las rejas 1 año después

Francisco Espinosa

Aguascalientes, Ags.- La noche del 15 agosto de 2015 fue la última en las que Luis Gorocito y Alejandro Molina se sintieron libres. Entregándose a la mezcla de un sábado y su edad veinteañera, los exfutbolistas del Necaxa se fueron de fiesta a un antro en el norte de la ciudad.

Después, en la madrugada  altiva de un fin de semana cualquiera, ya 16 de agosto abrazados por el exceso de alcohol y con la sangre aún caliente tras salir del antro seleccionado, el uruguayo y el mexicano se enfrascaron en una pelea que cada semana se puede dar y que al final no queda más que en una anécdota de ojos morados.

Sin embargo, mientras se gritaban insultos con un par de jóvenes en las mismas condiciones etílicas, no sabían que el primer golpe detonaría una parteaguas en sus vidas y el final de otra, la de Luis Rodolfo Mariscal López, quien desde ese día entraría en estado de coma para fallecer meses después, producto del impacto de su cabeza con el asfalto, tras haber sido golpeado por Gorocito.

Encarcelados desde el primer día, los semblantes de los jugadores tras las rejas no podían reflejar otra cosa que no fuera incredulidad. Afuera, la noticia se convirtió en un efecto mediático que atrajo a medios nacionales e internacionales, mientras el Club Necaxa tardaba en manifestarse acerca de quienes hasta ese momento formaban parte de un plantel que sufría por intentar ascender de una vez por todas a la Primera División del futbol mexicano. En un solo acto, disputa futbolística quedó de lado, y el intrascendente Ascenso MX se topaba con una situación inusual.

Vestidos con el tradicional uniforme naranja de quién se encuentra privado de la libertad, las audiencias públicas que presidió la juez primero de lo penal, Margarita Zapata Vallejo, se convirtieron sesiones minuciosas para tratar de establecer con precisión de cirujano lo que esa noche había ocurrido.

Las versiones encontradas entre las dos partes trataban de establecerse el término de su conveniencia para que la balanza de la justicia se decidiera a su favor. Los primos de Mariscal, quien en ese momento estaba con ligeras esperanzas de vida, establecían a como diera lugar que lo ocurrido había sido una agresión frontal. Los abogados de los jugadores apelaban a que había sido una riña.

Los días pasaba entre videos, posturas, declaraciones, careos y dictados que minuciosamente iban siendo anotados. La burocracia del sistema de justicia del estado tenía ante sí un caso con un sinfín de matices que involucraban a dos figuras públicas de un equipo que hasta ese momento no había encontrado la confianza de sentirse en casa, tras haber pasado 12 años de una mudanza desde la Ciudad de México. Desesperados por la incertidumbre, los acusados terminaron por cambiar de abogados, mientras que sus familiares habían llegado desde Uruguay y desde el norte de la república, esperaban ansiosos una posible resolución.

Al final, tras haber logrado establecer la causal de riña, la esperanza de los exfutbolistas se diluyó cuando se conoció la muerte de Luis Mariscal, quien no aguantó las secuelas de las lesiones en su cabeza. Según el testimonio de alguien que estuvo en el lugar, cuando se les aviso a Molina y Gorocito, el uruguayo de tan solo 22 años se desmayó. Los términos –tan importantes en la vida diaria, mucho más en el argot penal-, cambiaron radicalmente, como la vida de los exjugadores.

Ahora, acusados de ‘homicidio doloso agravado’, la pena que en un principio podría hasta haberse evitado, ahora oscila entre 20 y 40 años de prisión para los inculpados, de acuerdo al artículo 99 del Código Penal de Aguascalientes.

Tras la efervescencia de la noticia, la calma tradicional volvió a reinar en la entidad. Lejos de los días de corresponsales nacionales en la Casa Club de Necaxa y de preguntas constantes que nada tenían que ver con lo deportivo a distintas autoridades del club, Los Rayos se concentraron en una campaña de marketing para volver a abrazar a una afición molesta por lo sucedido. Incluido un slogan en contra del consumo excesivo de alcohol, la estrategia se centró en el accionar en la cancha.

Tras un tiempo de competencia ardua, Necaxa logró el anhelado ascenso con una tribuna llena. Por fin, el exequipo de Cuautitlán Izcalli lograba sentirse un poco como en casa. Tras el último partido frente al FC Juárez, en el que se consumó el regreso a Primera, varios jugadores interrumpieron la euforia de los festejos para dejar claro que el éxito deportivo alcanzado también correspondía a Luis Gorocito y Alejandro Molina. Alguno dijo injusticia, otro imploró a dios para que apelara por sus compañeros.

Hace un año, la vida de tres personas cambió para siempre. Dos futbolistas profesionales dejaron de serlo y un joven universitario provocó un dolor en su familia que fue abrazado por una gran parte de una sociedad indignada. En medio, un muchos dimes y diretes –que siguen presentes hasta la fecha- han postergado durante meses una sentencia definitiva que por donde se le mire será polémica.