Deforestación, contaminación e ineficiencia gubernamental las causas de la crisis de agua

Pascacio Taboada/ Jorge Martínez

Ciudad de México.- Proveer de agua potable a más de 130 millones de personas que tiene el territorio mexicano, es una gran tarea que no ha sido valorada por autoridades federales, encabezadas por el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, al disponer la desaparición del Instituto Nacional de Tecnología del Agua, o no realizar inversiones para presas de almacenamiento con fines de riego, o reducir a casi nada la perforación de nuevos pozos para pequeños productores rurales o comunidades que no cuentan con el vital servicio.

Se sabe que más de 10 millones de personas en diferentes partes de la República, aún carecen del servicio de agua potable domiciliaria. “Pero ahí están las obras faraónicas”, inútiles y todo, pero allí están los ejemplos de estulticia de las autoridades.

El crecimiento urbano, industrial y de servicios que tienen que ver con la distribución de agua en todo el país, enfrenta serias limitaciones para la captación y recuperación de acuíferos, tanto superficiales como del subsuelo. Esto afecta en gran medida un desarrollo sostenido en prácticamente todas las ciudades y complejos industriales, agrícolas y pecuarios del país.

Este panorama exige impulsar proyectos de inversión de todos los sectores, particularmente de instituciones gubernamentales, como la Secretaría de Medio Ambiente, la Comisión Federal de Electricidad, la Comisión Nacional del Agua y los gobiernos estatales. En los últimos años, la Federación ha dado poca importancia a la preparación de estudios sobre proyectos hidráulicos, frente a la necesidad de asegurar el desarrollo económico y aprovechamiento racional del vital líquido en el corto, mediano y largo plazos.

Desde hace varios lustros, en los diferentes medios de comunicación (Televisión, Radio, Diarios y Revistas), en Universidades e Instituciones Académicas de una gran cantidad de naciones, se habla y repite sobre la presencia y consecuencias del “cambio climático mundial”, cuyos efectos se manifiestan en variabilidad de la temperatura, normalmente al alza; en el régimen de lluvias con una tendencia a la disminución, la presencia de heladas a destiempo, entre otros cambios de los fenómenos meteorológicos.

Estos fenómenos han surtido efectos en muchos países, y México no es la excepción. Desde hace por lo menos tres años, el régimen de lluvias se ha modificado, regularmente con una disminución de precipitaciones, así como de fenómenos meteorológicos, como tormentas tropicales, huracanes y ciclones.

Estos desequilibrios atmosféricos, han originado que, en los últimos tres años, la temporada de lluvias haya sido insuficiente. El almacenamiento de las presas del país, operadas por la CFE para generar energía eléctrica, variaron sus niveles entre el 70 y 80 por ciento, dado que, en este esquema, se puede reciclar el agua. En este caso se encuentran alrededor de 180 embalses.

Sin embargo, en las presas destinadas a la distribución de agua para riego y abasto de agua potable para ciudades y comunidades, solamente alcanzaron un promedio de alrededor del 40 por ciento, lo cual es calificado como insuficiente para atender esquemas de agua potable y riego para la agricultura y la ganadería.

En esta problemática, mucho ha tenido que ver el desmantelamiento de áreas administrativas y de investigación en materia hidráulica, formadas con mucho esfuerzo por gobiernos anteriores. Hacen mucha falta estudios para el desarrollo de proyectos de desarrollo urbano-industrial y agropecuario en el corto, mediano y largo plazos.