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Dejar el tabaco. Tal vez, uno de los propósitos más repetidos para el nuevo año en todo el planeta. Y probablemente, uno de los más incumplidos. Pero no te castigues demasiado. Puede que tus repetidos fracasos a la hora de abandonar este nocivo hábito tengan mucho que ver con tu equipamiento genético. Y tú no tienes la culpa de que tu ADN sea como es.
Un nuevo estudio ha demostrado que las personas con una versión particular de un gen involucrado en el sistema de recompensa del cerebro gozan de más posibilidades de éxito en su intento de abandonar el tabaco, una droga que, según la OMS, tiene mil millones de consumidores en el mundo y que mata cada año a casi 6 millones de personas, 600.000 de ellas fumadores pasivos.
Los autores del trabajo, de la facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang (China), solo han podido confirmar este fenómeno en individuos caucásicos. Los fumadores con antepasados orientales tenían las mismas posibilidades de dejar o no dejar el tabaco al margen de que poseyeran esa variante genética, y los científicos no han reunido datos suficientes de personas negras o latinas.
El gen en cuestión se llama ANKK1, y se sitúa junto al gen DRD2, encargado de ayudar al cerebro a reconocer la dopamina, el neurotransmisor que refuerza comportamientos placenteros como comer o practicar sexo. Las drogas adictivas como la nicotina también elevan los niveles de dopamina. Un fragmento del gen ANKK1 –que se hereda de ambos progenitores– parece influir en el DRD2 y los investigadores han comprobado que hace más fácil el abandono del tabaco, aunque aún no han desentrañado las claves del proceso.
El estudio se ha realizado cruzando los datos de 23 investigaciones –realizadas entre 1994 y 2014– que analizaron el ADN de 11.151 fumadores presentes y pasados. Según los científicos chinos, precisar sus hallazgos podría llevar al desarrollo de medicamentos para dejar de fumar diseñados según el perfil genético de los pacientes.