Elda Cantú NYT
En la recta final del año miramos de reojo al menguante 2021 y, felices de dejarlo atrás, nos disponemos a deshacernos del calendario viejo, la ropa que ya no nos queda, las envolturas de los regalos que abrimos en Nochebuena. Es un ejercicio saludable. |
La semana pasada estuve revisando algunas cajas que dejé en Perú antes de mudarme a México y que, por la pandemia, no había podido recuperar. Eran una cápsula del tiempo: junto con libros y documentos importantes acumulaban polvo prendas, piezas de arte, libretas, fotos que no lograron irse conmigo en la primera oportunidad. |
Una amiga me recomendó invocar al espíritu de Marie Kondo y quedarme solo con aquello que me daba gozo. Me inspiró igualmente una columna de Jane E. Brody, que asegura que se ha comprobado que el desorden y la acumulación suponen un peligro para la salud y el bienestar y ofrece una guía para empezar a ordenar y descartar lo que no nos hace falta. |
Pero tal vez el mayor impulso haya sido una crónica [en inglés] sobre los cinco días de desesperación que vivieron más de 120 empleados de The New York Times y sus familiares cuando intentaban escapar de Kabul en agosto de este año. El testimonio de Fahim Abed, reportero del diario, me conmovió profundamente: |
Empecé a llevar un diario en quinto grado y escribía casi todos los días y durante las décadas de hacerme una carrera y empezar una familia. Tenía todas estas cajas de diarios, una vida, y cuando nos alistábamos para irnos quise dejárselos a mi familia extendida. Pero mi tío dijo que debía quemarlos: si alguien alguna vez los encontraba sería demasiado difícil de explicar, demasiado sospechoso. Así que lo hice. Vertí diésel en los diarios y los quemé todos. Me tardé horas. Intenté leer tanto como pude, recordar tanto como pude. |
También la escritora Joan Didion empezó a hacer apuntes desde muy temprana edad. El impulso de anotar en libretas, dice en un antiguo ensayo, puede parecer inexplicable e inútil para algunos. Pero Didion, un icono del ‘nuevo periodismo’ que falleció la semana pasada, escribió que “nuestros cuadernos nos delatan” porque desnudan “de forma transparente y desvergonzada, el implacable ‘yo’”. Quizás por esto para quienes acumularon toda una vida de ellos, como Didion o Abed, son tan difíciles de dejar atrás. |
Los objetos de los que nos rodeamos nos ayudan a anclarnos en el tiempo y en el espacio: son testimonio de nuestro paso por el mundo, de nuestros vicios y virtudes y también artefactos de memoria. Deshacernos de ellos puede ser doloroso o liberador. Pero esa pérdida casi siempre es un puente que debemos cruzar para alcanzar una nueva orilla. Y volver a empezar.
P. D.: Pasar la página es necesario e inevitable, sin embargo vale la pena tener piedad de nuestro pasado: “siempre es aconsejable mantener una relación cordial con la persona que éramos”, escribió Didion.