El Confidencial
Estados Unidos.- Son muy pocos los charcos en los que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no quiera meterse. El deporte, que mueve millones de dólares y evoca a buena parte de la población estadounidense, no podía resultar ajeno a sus diatribas. La relación del mandatario con las ligas estadounidenses siempre ha sido tirantes, pero este fin de semana la escalada ha dado un paso.
Stephen Curry es uno de los jugadores más carismáticos de la NBA y, también, el líder natural de los últimos campeones de la competición, los Golden State Warriors. La tradición manda que los campeones de las grandes ligas, en los actos de celebración, acudan a la Casa Blanca para departir un rato por el presidente pero Curry, mulato, hijo de un exjugador de la NBA, expresó durante la semana que él no tenía pensado rendir esa visita. “Con suerte, el no ir a la Casa Blanca inspirará algún cambio en lo que toleramos en este país y en lo que apoyamos, lo que se acepta y aquello ante lo que nos hacemos los tontos”, comentaba la estrella de la NBA.
Trump decidió entonces contraatacar de un modo bastante curioso: negándole la invitación. Es curioso porque, de todos modos, el base ya había descartado su presencia en ese evento, así que en realidad que le llamase o no el presidente de los Estados Unidos no tenía efecto alguno. “Ir a la Casa Blanca se considera un gran honor para un equipo campeón. Stephen Curry duda, así que su invitación se cancela”, decía el tuit del mandatario, muy famoso por su locuacidad en las redes sociales.
No tardaron, por supuesto, en aparecer apoyos para Stephen Curry. El más relevante, probablemente, el de LeBron James. Vicepresidente de la asociación de baloncestistas pero, sobre todo, considerado por la mayoría el mejor jugador de todos que actualmente compiten en la NBA. Una institución del baloncesto que, también por Twitter, llamó a Trump “holgazán” y le recordó que el base de los Warriors ya había dicho que no iba a acudir. No quedó ahí, James recondujo el mensaje de Trump y le recordó que acudir a ese evento fue un honor hasta que llegó él al puesto.
Por descontado, fueron muchos más los que salieron a defender a Curry en las redes. Compañeros y rivales, también su entrenador, Steve Kerr, una de las voces más habituales en lo que a la respuesta a las políticas -y, especialmente, a las formas- del presidente Trump se refieren dentro del deporte. Entre dos aguas se mueve el comisionado de la competición, Adam Silver, que por un lado lamenta que este año sea improbable la visita de los Warriors pero por otro se muestra favorable de que los jugadores tengan un rol activo dentro de sus comunidades.
La NFL
La NBA se ha mantenido en los últimos tiempos como la liga más activa en contra de Donald Trump, pero es posible que la liga de fútbol americano, la más poderosa del país, se una con vigor en esta disputa próximamente. Hasta el momento jugadores y propietarios se mantenían en cierto silencio con respecto al presidente, pero los acontecimientos han cambiado en los últimos días.
La disputa viene por un gesto que popularizó Collin Kaepernick, antiguo ‘quarterback’ de los 49ers. El jugador, que era una gran estrella, se arrodillaba durante el himno de los Estados Unidos para mostrar su repulsa al maltrato de la policía a los miembros de la comunidad negra. El gesto fue seguido por muchos otros compañeros y en su momento generó una gran polémica. De hecho, el ‘quarterback’ no encuentra trabajo actualmente y aunque por talento no debería tener problemas para encontrar un equipo que le acoja el caso es que sigue en paro.
Los gestos con el himno americano de fondo han seguido e, incluso, se han multiplicado en tiempos recientes y, por todo ello, Trump ha hablado. Lo hizo en un mitin en Alabama, rodeado de acólitos y sin medir mucho las palabras. “Echad a esos hijos de puta del campo ahora mismo”, exclamaba el presidente de los Estados Unidos, exortando a los propietarios de la NFL a tomar medidas drásticas contra los jugadores.
Unos cuantos propietarios ya se han puesto del lado de los jugadores, aunque aún quedan unos cuantos, millonarios conservadores, cercanos a Trump, que no se han pronunciado al respecto. Los deportistas han criticado masivamente en Twitter las palabras del dirigente y el comisionado, el habitualmente timorato Roger Godell, esta vez ha respondido con cierta contundencia para sus costumbres: “Es una muy desafortunada falta de respeto”.
Trump, especialista en opinar sobre prácticamente todo, también ha hablado los últimos días sobre la seguridad en la NFL. Crece la preocupación en el deporte por las contusiones cerebrales de los jugadores, estudios recientes refuerzan la teoría de que todos los jugadores salen de sus vidas profesionales tocados para siempre y que el hecho de jugar al fútbol provoca daños cerebrales importantes. Es más, esta semana se ha sabido que Aaron Hernández, jugador que se suicidó recientemente y que cumplía condena por asesinato, padecía unas contusiones “nunca vistas a su edad”, según se deducía de su autopsia.
La liga está intentando (después de años de negación) que las normas se suavicen para que el contacto sea menor y los problemas cerebrales, consecuentemente, menores. Pues bien, el presidente de los Estados Unidos está en contra de ese esfuerzo por la salud de los jugadores. “Están arruinando el deporte, hoy si pegas demasiado fuerte te expulsan, están matando al deporte”, explicaba en el mismo mitin en el que había pedido el despido de los insurrectos.