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Un estatus socioeconómico elevado se asocia con una mejor salud y una vida más larga. En los países ricos, los más altos y esbeltos parecen tener mayores posibilidades de triunfar, pero la forma en que se desarrollan estas relaciones entre físico y condición social no ha sido suficientemente estudiada.
Ahora, una investigación de científicos estadounidenses y británicos dirigida por el profesor Timothy Frayling (Universidad de Exeter, Reino Unido) ha aportado las pruebas más sólidas hasta el momento de que las personas con sobrepeso de origen genético (especialmente las mujeres) se encuentran en una situación socioeconómica desfavorable; y de que los individuos más altos de nacimiento (sobre todo los hombres) disfrutan de más oportunidades educativas, laborales y económicas.
Para encontrar los vínculos entre peso, altura y posición social, el equipo de Frayling ha analizado en 119.000 británicos de 40 a 70 años las variantes genéticas que se sabe que influyen en la estatura y el índice de masa corporal (IMC). Esa información se halla en poder del UK Biobank, una base de datos biológicos de casi medio millón de adultos del Reino Unido.
Los investigadores compararon esa información con la estatura y peso actuales de los sujetos estudiados, y con cinco parámetros de sus vidas: edad a la que completaron su educación; nivel educativo alcanzado; tipo de trabajo; ingresos anuales de la unidad familiar; y el “Índice Townsend”, una reconocida herramienta de medición de la pobreza. Los análisis se repitieron por separado en hombres y mujeres.
Los datos fueron concluyentes: una menor estatura de origen genético aumenta las probabilidades de tener bajos niveles de educación, peores empleos y menos ingresos, sobre todo en el caso de los varones; un IMC demasiado alto se relaciona con sueldos más bajos y mayor exclusión social en las mujeres.
¿Por qué sucede esto? Según los autores del trabajo, tiene que ver con la compleja interacción entre autoestima, el estigma social que todavía supone el ser bajito o gorda y la discriminación positiva a favor de los bien parecidos. Sin embargo, reconocen que se necesita más investigación para aclarar la relación entre rasgos físicos y estatus socioeconómico.