Redacción
España.-“A la salida del estadio King Abdullah de Yeda nos han hecho el pasillo, pegándonos collejas, haciéndonos fotos, burlándose de nosotros con gestos de 3-0. Muy, muy desagradable todo. Aunque lo peor, pues lo anterior podría quedar en una anécdota, es lo que han pasado las mujeres. Les han sacado fotos de cerca y sin su consentimiento e, incluso, han sufrido tocamientos”.
Estas denuncias del centenar de aficionados del RCD Mallorca tras la segunda semifinal de la Supercopa de España deberían ser el motivo definitivo por el que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) rompiera el contrato que Luis Rubiales dejó firmado con Arabia hasta 2029, a razón de 40 millones por año. Aunque la cruda realidad es que su nuevo presidente ya está pensando en ampliarlo hasta 2034, a saber si respetando también los 4 millones anuales de comisión de Piqué.
Sí, un acuerdo “ni ético ni estético” —José Manuel Franco dixit— que contó con el visto bueno del mismo Gobierno, que este domingo volvió a escurrir el bulto y no asistió a la final, a la que estaban invitados Pedro Sánchez, Pilar Alegría y José Manuel Rodríguez Uribes. Invitación que sí aceptaron algunos periodistas, avergonzando a la profesión, saltándose el código ético de sus empresas y convirtiéndose en cómplices de este bochorno, mirando para otro lado o vendiendo una realidad paralela y para lelos.
Por muchos millones que paguen los saudíes, la dignidad de los aficionados españoles vale mucho más y lo sufrido por los del Mallorca tras su derrota ante el Real Madrid es la última demostración de que no todo vale por dinero. Un dinero que, viniendo de donde viene, es a cambio de contribuir a lo que se conoce como sportswashing. Es decir, lavar a través del deporte la imagen de un país, en este caso Arabia, con un régimen autocrático que vulnera los derechos de las mujeres, criminaliza a los homosexuales, aplica la pena de muerte y encarcela cualquier atisbo de oposición que demande más libertades. ¿Les extrañan los tocamientos?
Louzán sigue la estela de Rubiales
La Supercopa de Arabia debería volver a ser la de España y regresar a casa. Aunque escuchando al presidente de la RFEF, Rafael Louzán, está claro que el gallego no tiene ninguna intención de hacerlo. Así lo dejó patente en la cena previa a la final, en la que, además de correr un tupido velo, nunca mejor dicho, sobre lo que tuvieron que soportar los aficionados bermellones, afirmó que “queremos ir de la mano con este gran país, porque sus éxitos serán los nuestros”.
Ya saben, aquello de más vale honra sin barcos, que barcos sin honra, pero al revés. Aunque lo peor vino cuando el presidente de la RFEF dijo en el descanso de la final en la que el Barcelona vapuleó al Madrid que “los saudíes quieren desarrollar el fútbol femenino. ¿Por qué no una Supercopa española femenina en Arabia?“. Un comentario que no tardó en indignar a quienes ya escucharon esta misma declaración de intenciones de boca de Rubiales, el Iñigo Errejón del fútbol español.
“Yo soy muy claro. Para mí no tiene sentido y esta competición se debería jugar aquí. Ya no se piensa en el aficionado, lo que importa es generar y nos estamos olvidando de lo que es el fútbol. Ese ambiente que hace que los partidos sean diferentes y la afición disfrute con su familia”. Sirvan estas declaraciones del navarro Raúl García para expresar el sentir de lo que llevarse la Supercopa a Arabia supuso y supone para una inmensa mayoría de aficionados.
Por no decir la totalidad, pues como tales no puede considerarse a los saudíes, quienes únicamente son, y de aquella manera, del Madrid o del Barça por motivos puramente comerciales. Año tras año, resulta penoso ver las gradas de los estadios de Arabia, donde se ha disputado la Supercopa de España. Y no solo por algunas imágenes en las que se pueden ver mujeres incluso con burka. También por el contraste que supone que los otros equipos que participan prácticamente estén solos.
La patraña de los derechos de las mujeres
“No podíamos dar la espalda a la sociedad de un país donde antes de ir nosotros en los campos no había ni baños para las mujeres, mientras que ahora entran con igualdad y se sientan donde quieren”, llegó a declarar Rubiales para justificar el acuerdo al que en junio de 2021 llegó para ampliar la celebración de la Supercopa de España en Arabia hasta 2029. Una patraña, tal y como han podido certificar las seguidoras del RCD Mallorca, entre las que se encontraban las mujeres de los futbolistas Greif y Dani Rodríguez. Además de un contrato que está siendo investigado por el Juzgado de Instrucción N.º 4 de Majadahonda.
Por sexto año ya, aunque en 2021 la pandemia obligó a disputarla a puerta cerrada en Andalucía, esta competición que antiguamente enfrentaba al campeón de Liga con el campeón de Copa se ha jugado en un país que, dadas sus circunstancias políticas y sociales, creaba los lógicos recelos. Sin olvidar unas condiciones más que discutibles, pues la presencia de Real Madrid y Barcelona, en el que entonces aún jugaba Piqué, están en el contrato y ambos cobran mucho más que el resto.
Nadie duda de que el formato es más atractivo tras la inclusión de los subcampeones de Liga y Copa, aunque en dos casos se ha colado el tercer clasificado en el campeonato liguero. El Madrid en 2020, en la que fue campeón, y el Atlético en 2024. En estas seis ediciones han participado 9 equipos, con Real Madrid y FC Barcelona presentes en todas, mientras Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao lo han hecho en tres, el Valencia en dos y Real Sociedad, Betis, Osasuna y Mallorca en una.
Aunque ya ha dejado claro que no está por la labor, Rafael Louzán, con una condena por prevaricación que según lo que pase el próximo 5 de febrero en el Tribunal Supremo podría obligarle a dimitir, tenía la oportunidad de dar un golpe de timón al fútbol español rompiendo el contrato con Arabia. Sobre todo porque el Gobierno le ha cogido la matrícula, tal y como Rodríguez Uribes confirmó al recordar su pasado en el PP. Eso sí, tras no haber hecho nada para evitar que pudiera presentarse a las elecciones a la presidencia de la RFEF.
Otra evidencia más de por qué desde Moncloa apoyaron tanto a Luis Rubiales, sin duda, un personaje que nada tiene que ver con el gallego, incluso cuando el de Motril decidió llevar la Supercopa a Arabia, con el famoso reparto de palos con su amigo Geri (Gerard Piqué). Por no volver a hablar de por qué el Consejo Superior de Deportes (CSD) concedió la cautelar al Barça en el caso Olmo. Política y solo política. Hipocresía y más hipocresía.
Con información de El Confidencial