La larga historia de las bicicletas Orbea

Redacción

Ninguna gran marca de bicicletas actual puede presumir de una historia tan larga. Y es española, así que deberíamos estar orgullosos. Aunque no empezaron dedicándose a las dos ruedas, precisamente. Lo que nació como una industria armamentística a mitad del siglo XIX acabó dedicándose al vehículo más pacífico y civilizado del mundo, en uno de esos giros que tanto gustan al destino. Hoy te traemos la fascinante historia de Orbea; 180 años del clan de armeros que asaltó el ciclismo. ¿Quieres conocerla? Merece mucho la pena.

Los orígenes de Orbea: ¿cañón de pistola o tubo de cuadro?

Si a los hermanos Juan Manuel, Mateo, Casimiro y Petra Orbea les hubieran dicho (un viajero del tiempo, tal vez), cuando fundaron su empresa, que su futuro estaba en las bicicletas, se hubieran sentido bastante confundidos. Lo primero y fundamental, porque esa palabra ni siquiera existía todavía (“¿biciqué?”). Como sin duda eran personas bien informadas de su época, es probable que sí hubieran oído hablar de la draisiana, aquel invento con dos ruedas pero sin pedales que se había puesto de moda 20 años antes entre los dandies de Alemania, Francia e Inglaterra.

Pero no hubieran confiado demasiado en aquello. Allí, en el País Vasco, siempre se había hecho lo mismo desde tiempos inmemoriales: barcos y cañones. Barcos en la costa, cañones en el interior, en la ribera del Deba. Era lo que ya hacía 300 años antes su antepasado Juan Orbea, maestro arcabucero de Carlos V allá por el siglo XVI. Y era a lo que ellos iban a dedicar su pequeño taller en aquella ‘colmena’ fabril que era Éibar. Eso siempre había funcionado, y no tenía por qué dejar de funcionar ahora. Y lo cierto es que llevaban razón en pensar así.

Durante casi un siglo, el negocio de pistolas y revólveres fue como un tiro, nunca mejor dicho. Y llegó a su cima en los años de la I Guerra Mundial. En ella, España se mantuvo neutral, y esa condición le sirvió para exportar a todos los países beligerantes. Así que muchas fábricas duplicaron o triplicaron su producción, contrataron a obreros (arriba puedes ver a algunos de los más de 500 que tenía Orbea ya en 1913) y ampliaron sus naves como si la contienda no fuera a acabar nunca. Pero acabó.

Y, en 1919, en plena pandemia (sí), se encontraron preguntándose qué hacer ahora que había estallado la paz con todo aquel acero, aquellas instalaciones y aquellos empleados cualificados. Hubo propuestas de industrias pacíficas para todos los gustos: carritos de bebé, fresadoras, prensas, taladros… ¿La respuesta? En Europa estaba triunfando desde hacía unos años un aparatejo llamado bicicleta, cuyos tubos recordaban algo a los cañones de las pistolas y las escopetas. El negocio perfecto, y casi virgen en España. Tanto que, en los años 20, las tres principales fábricas de armas eibarresas (GAC, Orbea y BH) hicieron la transición a la bici.

En 1931, Orbea ya contaba con 3 modelos en su catálogo: uno ‘de carrera’, uno ‘de turista’ y uno ‘de señora’. Desde luego, eran otros tiempos. Eso sí, eran ambiciosos, y pronto empezaron a patrocinar a algunas de las mayores figuras del ciclismo español de la época republicana. Corredores como el injustamente olvidado Mariano Cañardo, que todavía hoy ostenta el récord de la Volta a Cataluña, con 7 victorias, además de quedar 2º en la primera Vuelta a España (con una Orbea Super Profesional), tras Gustaaf Deloor, y 6º en el Tour de Francia de 1936.

También el vizcaíno Federico Ezquerra, que ese mismo año 36, mientras en España sonaban los primeros disparos de la Guerra Civil, consiguió para la marca vasca la primera de muchas etapas en el Tour. Se podría decir que gracias a todo esto, hoy, Euskadi es una de las regiones europeas más fanáticas del ciclismo.

La antecesora de las eBikes

Tras la interrupción forzada, Orbea volvió con fuerza al mercado en 1940, aunque la España de la posguerra no estaba para serpientes multicolores y fiestas deportivas. Modelos como el Carrera Profesional, ya con desviador ‘moderno’, demostraban lo que eran capaces de hacer, pero sus ventas se concentraban en bicicletas mucho más prosaicas. Fueron años de boom, en los que la empresa fabricaba 85.000 unidades al año. En 1942, el diario ABC calculaba que 250.000 de ellas rodaban por España.

A pesar de que poco después empezaría el declive, la familia Orbea todavía tuvo algún que otro éxito. Sobre todo, comprar en 1957 la licencia para España de la VéloSoleX, que se publicitaba como ‘la bicicleta que rueda sola’ o ‘el ciclomotor más barato del mundo’. Se trataba de una bici con motor inventada en 1946 en Francia, y que alcanzaba los 40 km/h. De ella vendieron 60.000 unidades en unos 10 años.

Para 1969, sin embargo, con el advenimiento del Seat 600, la compañía había tocado fondo, y entró en quiebra. Mientras que los dueños querían echar el cierre, todavía había alguien que creía en aquel negocio renqueante: sus propios trabajadores, que se hicieron con la propiedad y se constituyeron como cooperativa. En 1971, se integraron en el gran conglomerado cooperativista vasco, el Grupo Mondragón, en el que siguen aun a fecha de 2022. Y a partir de ahí es cuando empieza la tercera vida, y la más gloriosa, de Orbea. Ya desde su nueva sede de Mallavia, a apenas 8 km de Éibar.

Su objetivo era modernizarse, dejar atrás el estigma de bicis anticuadas, pesadas y lentas que había ido acumulando, para forjarse una nueva imagen joven y fresca. Y nada mejor para eso que volver al ciclismo profesional, como en los años 30, demostrando que, en calidad, podían competir con cualquier marca internacional. Así, en 1984 nació su primer equipo, dirigido por Txomin Perurena y que desde el primer año contaba con estrellas españolas como Peio Ruiz Cabestany o Jokin Mujika, un corredor multidisciplinar (hizo MTB, CX y carretera) adelantado a su tiempo. Por cierto, tuvieron escuadra femenina, algo igual de clarividente.

Los locos años 80 y 90: la Vuelta de Perico, el MTB…

Lo de que eran tan buenos como cualquier fabricante italiano o francés lo demostraron ya al año siguiente, cuando pudieron fichar a la gran promesa del momento: Pedro Delgado. Y, nada más llegar, se reinvidicó ganando su primera gran prueba por etapas a bordo de una Orbea. Fue la Vuelta a España de 1985, aquella que le ‘birló’ a Robert Millar en una cabalgada mítica camino de su ‘casa’, en las segovianas Destilerías DYC. Y sí, ese de arriba es el propio Perico haciendo ciclocross, sí.

Aquella era la época de modelos míticos, como la Donosti de paseo, la Moncayo de carretera, la Yovana plegable o la Furia, con la que Orbea entró en la moda, tan ochentera, de las bicis inspiradas en el motocross. Pero, sobre todo, un paso adelante importantísimo llegó con la Sherpa, su primer y exitosísimo modelo de MTB. Gracias a todos estos aciertos, la marca volvió a entrar en el imaginario colectivo de los españoles; y, para muchos, todavía es un nombre que sabe a infancia y libertad.

En 1994, justo cuando el equipo de Perurena estaba a punto de desaparecer, llegó su ‘relevo’ moral, con el nacimiento de la Fundación Euskadi, que marcaría para siempre los destinos de Orbea. Desde dos años antes, la marca también competía en MTB con Jokin Mujika y, durante toda la década, fueron dándose cuenta de que, si querían consolidarse en un mercado tan exigente como el de esta disciplina, debían formar un equipo cada vez más ambicioso.

Absalon, Samu Sánchez, la Orca… los éxitos post-2000

A partir del año 1998, pero sobre todo del 2000, las cosas se precipitan en la empresa de Mallavia. Ahí arranca su estrategia de internacionalización, con la que pasa de vender casi solo en España a tener filiales en países como Estados Unidos, Francia, Alemania o Australia. En 2001, el ya Euskatel-Euskadi llega por primera vez al Tour… y, contra todo pronóstico, logra vencer en Luz Ardiden de la mano de aquel escalador enjuto y desgarbado llamado Roberto Laiseka.

Se desata entonces la Marea Naranja, ese movimiento popular que aun hoy acompaña al redivivo Euskaltel, y que vería sucederse los triunfos de Iban Mayo, Samuel Sánchez o Igor Antón. Todos ellos los consiguieron sobre un nuevo modelo de carbono llamado a hacer historia: la Orca, que surgió en 2003, y que sigue coleando casi 20 años (y muchas reencarnaciones) después.

En el ámbito del MTB, empiezan a aterrizar en el equipo estrellas como Marga Fullana (2002) o Jean-Christophe Peraud (2006). Pero, sobre todo, en 2007 dan la campanada al hacerse con el mejor del mundo, el grandísimo Julien Absalon, que se quedaría nada menos que 5 años en la estructura vasca. Sin duda, uno de los mejores equipos de la historia de este deporte.

Y, así, llega el mágico año 2008. El de los Juegos de Pekín. Porque no sucede a menudo que los ganadores en carretera y MTB lleven la misma marca. Pero así fue. Oro para Samuel Sánchez, oro para Absalon… y, de regalo, plata también en XCO para Péraud. Por si fuera poco, por aquellos años nacía también su bici de triatlón, la Ordu, y se estrenaba venciendo el Ironman hawaiano, pilotada nada menos que por Craig Alexander. Hoy, la lleva el más grande español de todos los tiempos, Javier Gómez Noya.

La etapa de la consolidación

La última época de la marca vasca, de 2010 para acá, ha sido de expansión, construyendo sobre lo ya iniciado. Hemos visto cómo modelos como Alma y Oiz se consolidaban entre los mejores del mundo en mountain bike, a la vez que aparecían novedades para segmentos específicos, como la Rallon de enduro y la Occam de trail.

También han entrado en el prometedor sector de las e-Bikes, tanto urbanas (la Katu-E 30) como de MTB (ahí está la Rise). Y en las gravel, con la espectacular Terra. Además, aunque siguen patrocinando equipos, como el KMC Orbea, el Orbea FOX Enduro o el Orbea Factory Team, están cada vez más volcados en eventos: la Orbea Monegros, la Klasika Bilbao Bizkaia…

Si todo esto (hasta 3 vidas y un sinfín de experiencias) cabe en 180 años… ¿quién sabe lo que nos depararán las próximas décadas en la historia de estos armeros que un buen día decidieron tomar el ciclismo al asalto? Cuando se celebre su segundo centenario, allá por 2040 (ya no queda mucho), ¿estaremos hablando de la cuarta vida de Orbea?

Con información de Brújula Bike