Manifiesto por la elección manipulada de jueces y magistrados

John People 

Aguascalientes, Ags.- A los ciudadanos que todavía creen —con una fe admirable, casi religiosa— que viven en una democracia.

A los aspirantes que alguna vez fueron personas, pero hoy son números con corbata y expresión de “lo que usted diga”.

A los observadores que observan… pero solo si no compromete.

A los medios de comunicación que narran todo, sin decir absolutamente nada.
Nosotros, los abajo firmantes —aunque ya no tengamos firma, ni voz, ni cara, ni siquiera código QR—, declaramos con orgullo cívico, sarcasmo bien entrenado y entusiasmo cuidadosamente dosificado, que hemos entrado en la era dorada de la justicia por selección perfectamente controlada.
Un proceso tan abierto que nadie sapo cómo entrar.
Tan participativo que la invitación nunca llega.
Tan claro como un reloj sin manecillas: “faltan 10”, dicen… ¿pero 10 qué? Solo lo sabe el oráculo institucional.
Aplaudimos con devoción cívica la ejemplar participación ciudadana… ficticia, desde luego. Esa que ha sido convocada a opinar sin contexto, a llenar formularios sin propósito, y a legitimar un espectáculo con libreto cerrado, guion marcado y aplausos pregrabados. Porque aquí ya no se trata de elegir, sino de justificar lo previamente repartido.
Por eso celebramos con fuegos artificiales imaginarios:
• Que los méritos estorban, la trayectoria intimida, y el compromiso con la ley da alergia.

• Que el mérito se calcule en cuotas, simpatías y militancias discretas.
• Que la justicia ya no se edifique en la Constitución, sino en un Excel compartido y discutido en grupos de WhatsApp entre operadores políticos con foto de perfil institucional.
• Que la transparencia sea solo un filtro de Instagram, y la legalidad, un disfraz que se usa para tomarse fotos de campaña.
Confiamos ciegamente en este proceso. Porque sabemos, sin temor a equivocarnos, que al final del camino no se elegirá al mejor, sino al más útil. Y ese, amigas y amigos, es el verdadero espíritu de esta democracia con escenografía.
Firmamos este manifiesto con tinta invisible y pluma sin punta, para no incomodar a nadie.
Porque disentir incomoda, criticar arde… y obedecer, bueno, eso da puntos.
Por una justicia sin justicia.
Por una democracia con producción teatral.
Por una República… de cartón corrugado.
Atentamente:

Los ciudadanos invisibles
P.D. Nos conmueve profundamente la alegría ciudadana —o al menos de su versión más funcional al sistema—, que aplaude como foca entusiasta todo lo que lleva el sello de “democracia participativa”, aunque no entienda ni el título del cargo en juego. Pero no importa entender. Lo importante es aplaudir.
No importa decidir. Lo importante es parecer que decidimos.
Y en eso, la chairada obediente nunca falla.