Mexicanos estudian los misterios del cerebro

Redacción

Ciudad de México.- Desde hace 17 años, un grupo de investigadores de la Universidad Veracruzana (UV) ha llevado la divulgación de las neurociencias a espacios como escuelas, plazas públicas, museos y galerías.

Esto como parte de la Semana Mundial del Cerebro, iniciativa global que este año tuvo lugar del 11 al 15 de marzo, donde además de las charlas de científicos consagrados, el Instituto de Investigaciones Cerebrales (Iice) de la UV suele integrar a sus estudiantes de posgrado con mesas demostrativas de carácter lúdico.

“Nuestros estudiantes aprenden a llevar a cabo estas actividades de divulgación yendo a explicarle a un niño qué es una neurona, cómo se comunican entre ellas; que si las hormonas; que si una enfermedad, o algo tan sencillo como el lenguaje: qué hace mi cerebro para que yo pueda estar ahorita hablando, o qué hace para que yo pueda estar escuchando, procesando la información y entendiendo.

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“Considero que como Instituto hemos tenido un impacto positivo no nada más en la formación de recursos humanos, y no solamente en la investigación o en la producción de artículos científicos, sino también en la divulgación con este evento de la Semana del Cerebro”, destaca en entrevista remota el investigador Luis Isauro García Hernández, director del Iice.

Y es que, relata el biólogo y doctor en Neuroetología por la UV, sus colegas y él se sumaron a esta conmemoración originada en Estados Unidos desde un par de años antes de que pusieran en marcha el Programa de Neurobiología, adscrito a la Dirección General de Investigaciones de la UV, en 2009, que eventualmente evolucionaría a lo que hoy es el Instituto.

“Hay jóvenes en carreras universitarias a los que, en las primeras ediciones de la Semana del Cerebro, les fuimos a dar plática cuando estaban en el kínder”, recuerda García Hernández, orgulloso de esta labor con la cual han podido sembrar vocaciones científicas.

“Esa curiosidad despierta el interés en muchos estudiantes, y nos llegan aspirantes al doctorado (en Investigaciones Cerebrales) diciendo: ‘Yo quiero dedicarme a estudiar el cáncer, la epilepsia o el autismo, porque tengo un pariente que tiene esa enfermedad y no entiendo qué está pasando, y quiero aportar algo. Aunque sea mínimo, quiero aportar algo'”.

Dicho anhelo hace eco de aquello que motivara la creación de un instituto como éste en la UV, con el neurobiólogo Jorge Manzo Denes convocando a una decena de colegas para consolidar un grupo de investigación en el área de neurociencias, luego del fallecimiento de una sobrina diagnosticada con Síndrome de Rett.

Roxana, o “La Mirrus”, como le llamaban sus hermanos mayores por ser tan pequeñita, padeció durante 13 años los efectos de esta enfermedad cronicodegenerativa, congénita e incurable, que afecta principalmente a las mujeres.

“Esto despierta el interés de conocer qué es lo que está pasando con el cerebro, y qué desencadena ese tipo de enfermedades”, remarca García Hernández, alumno de Manzo Denes en la maestría y el doctorado. “Se empiezan a reclutar y a integrar varios investigadores que se dedican a las neurociencias, y así es como se inició este grupo de trabajo”.

El Programa de Neurobiología se transformó, en 2011, en el Centro de Investigaciones Cerebrales, que no tuvo instalaciones propias sino hasta 2020, año en el que finalmente se convirtió en el Iice, parte del complejo de institutos y centros de investigación de la UV en Xalapa.

“Anteriormente no existía una dependencia que se dedicara exclusivamente a la investigación del cerebro”, resalta su actual director, insistiendo en el trabajo que además hacen formando nuevos especialistas y divulgando el conocimiento. “Nosotros somos un instituto único”.

Aportes a ciencia básica

Los 15 investigadores y dos técnicos académicos del Iice realizan investigación básica en torno a las funciones en las que está involucrado el sistema nervioso, con especial atención en algunos trastornos y enfermedades.

“Tenemos investigación sobre párkinson, epilepsia, Alzheimer, y trastornos como autismo o ataxia espinocerebelar”, apunta el director del instituto.

“No nada más es describir cómo se llevan a cabo funciones básicas, sino también cómo se ve alterada la función del cerebro en una patología”, agrega García Hernández, él mismo a cargo de un par de líneas de investigación sobre integración olfativa en el cerebelo y neurobiología del párkinson.

De hecho, narra el investigador, actualmente realizan un estudio en colaboración con el hospital Cleveland Clinic, donde un exalumno suyo, Gerardo Marín Márquez, realiza su estancia posdoctoral en un proyecto que busca ampliar el acceso a terapias de estimulación cerebral para tratar los síntomas de esta enfermedad.

“Normalmente, el implante de un electrodo para contrarrestar los efectos del párkinson está arriba de los 500 mil pesos. Entonces, la idea que él tiene, con el doctor David Escobar (en Cleveland), es probar estos dispositivos, pero que sean mucho más accesibles para la población de Latinoamérica, por ejemplo”.

Además de esto, García Hernández considera muy importante el impacto de las terapias de apoyo a menores con autismo, donde a través de la interacción con mascotas o mediante el uso de tabletas digitales y videojuegos han detonado las habilidades para socializar.

Y, aun cuando en principio pudiera parecer que no hay conexión alguna, este Instituto abocado al cerebro también tiene investigaciones sobre cáncer de mama y próstata; “lo que ahí entra en juego es la inervación periférica”, explica el titular del Iice.

Es decir, se estudia la relación entre el conjunto de fibras nerviosas y la secreción de los neurotransmisores u hormonas que inhiben o estimulan a los órganos, para comprender el desarrollo de esos dos tipos de cáncer.

“Lo que se ha visto aquí es que si uno altera la función de esos nervios, puede ser que se desarrolle más fácil un cáncer de próstata; igual con el cáncer de mama.

“Ahí la doctora María Elena Hernández Aguilar y el doctor Fausto Rojas Durán han tenido avances también muy, muy importantes para entender ese papel del sistema nervioso periférico sobre algunas glándulas”, celebra García Hernández el trabajo de algunos de sus colegas.

Al final, si bien se trata de un instituto todavía joven, el trabajo de su comunidad ha logrado posicionarlo como uno de los más productivos dentro de la UV; “y la visión a largo plazo es seguir consolidando el estudio del cerebro en nuestro instituto”, sostiene su director.

Luchan por recursos

Para poder adquirir equipo, reactivos y los modelos animales necesarios en los estudios, los científicos del Iice de la UV buscan financiamiento del Gobierno a través de Conahcyt. Lo cual no es sencillo.

“Es muy complicado, y últimamente lo es más porque los montos que destinan a investigación cada vez son más reducidos”, reprocha García Hernández, cuyo trabajo requiere de costosos equipos de electrofisiología y reactivos para los estudios de inmunohistoquímica.

En este momento, por ejemplo, tan sólo dos de los 15 investigadores en el Iice, todos miembros del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), cuentan con apoyo de la dependencia encabezada por María Elena Álvarez-Buylla para sus proyectos.

“Algunos aplican año tras año, pero lamentablemente la mayor cantidad de recursos se quedan en el Cinvestav o en la UNAM, por obvias razones, pues allá está concentrada la mayor población de investigadores.

“Y a veces se tiene la idea de que en provincia no se hace investigación, y no es cierto. Hay estados como Tlaxcala, como Puebla, como Yucatán o Veracruz, en donde hay investigadores, no en la misma proporción, pero que sí estamos haciendo o tratando de hacer investigación con los pocos recursos que tenemos”, refiere el biólogo.

Aunado a esto, algunas de las modificaciones implementadas en esta Administración han impactado a este instituto de la UV, cuyo doctorado en Investigaciones Cerebrales quedó fuera del Sistema Nacional de Posgrados (SNP), pese a que prácticamente desde su creación en el 2011 fue parte del anterior Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC).

Esto se debió, como con muchas otras universidades a lo largo del país, al tema de las cuotas que se piden a los estudiantes.

“Pero las cuotas que se cobran es la manera en como se sostienen los posgrados. No hay de otra, la universidad no nos da esos recursos para la parte administrativa o para sostener los proyectos o la movilidad de los estudiantes”, explica García Hernández, quien espera que con los ajustes realizados vuelvan al SNP.

Con información de El Diario de Juárez