Enrique Quintana / El Financiero
El comienzo de 2022 está marcado por una nueva fase de la pandemia de covid-19, que comienza su tercer año.
El número de nuevos contagios diarios arrancó 2022 con el máximo de toda la pandemia tras la difusión de la variante ómicron en casi todo el mundo y alcanzó 1.39 millones por día (considerando promedio de 7 días).
Los niveles máximos previos se habían alcanzado en abril del 2021 tras el estallido de la variante delta, con niveles de alrededor de 827 mil nuevos contagios por día a escala global.
La velocidad de la difusión de los contagios no la habíamos visto en ningún momento de la pandemia.
En el país en el cual inicialmente se detectó la variante, sin embargo, los contagios han empezado a decrecer, lo que es una esperanza.
En Sudáfrica, el nivel máximo se alcanzó el pasado 17 de diciembre, y ya descendió en 56 por ciento en poco más de dos semanas.
En el Reino Unido, sin embargo, que es el país con el mayor número de contagios en Europa, no encuentra aún freno el contagio de ómicron y se tienen poco más de 173 mil nuevos casos por día al comenzar 2022.
En Estados Unidos, país que nuevamente lidera en los nuevos contagios por día a nivel global, se ha llegado a casi 400 mil nuevos casos diarios, lo que implica que se multiplicó por más de 4.6 veces en cuestión de un mes.
La gran diferencia con otras variantes es el menor número de hospitalizados.
Aunque en EU la cifra sí ha crecido y ya se duplicó respecto al nivel que teníamos en noviembre, los contagiados que requieren hospitalización son muchos menos que en oleadas previas.
Sin embargo, como ha dicho reiteradamente el doctor Fauci, aunque la proporción sea menor, si el número absoluto de casos sigue creciendo como lo hizo en el último mes, la cifra absoluta de hospitalizados e incluso fallecidos será muy elevada de cualquier manera y puede crear nuevamente una crisis en las instituciones de salud.
Hay una discusión sin desenlace aún respecto a si la menor proporción de hospitalizados y fallecidos deriva de que los efectos del contagio son más leves que en los casos de otras variantes, o si lo determinante es el porcentaje de vacunados que existe y que ha conducido a que las afecciones graves sean menores que en el pasado.
Hay evidencias en las dos direcciones, pero los datos aún no son concluyentes.
En México no se había percibido un incremento de los casos hasta el pasado 22 de diciembre. Sin embargo, ya el alza fue visible en los últimos días del año y el fin de semana se notificaron más de 10 mil nuevos casos, una cifra que no veíamos desde septiembre.
Considerando lo sucedido en otros países, lo más probable es que en este mes de enero tengamos un crecimiento vertical de los contagios.
Si la enfermedad es menos grave para todas las personas y no sólo para los vacunados, el impacto en la salud pública podría ser menor.
Si es la vacuna la que ha permitido que las afecciones sean menos serias, entonces el pronóstico no es tan bueno, pues apenas el 63 por ciento de la población tiene al menos una vacuna y solo el 56 por ciento tiene el esquema completo. Y un porcentaje mucho más bajo cuenta con la dosis de refuerzo.
Y, además, como ha sido el caso a lo largo de toda la pandemia, la actitud displicente de la autoridad, especialmente del doctor López-Gatell, ha conducido a que se piense que el riesgo es menor con esta nueva variante, lo que ha disuadido de tomar precauciones.
El riesgo de que se acelere el contagio entre los no vacunados podría ser elevado y si aún no está plenamente demostrado que en todos los casos la afección es más leve, podríamos observar un alza importante en el número de hospitalizados y fallecidos.
Aun sin los efectos de ómicron, de acuerdo con los datos oficiales, al cierre de noviembre, el exceso de mortalidad en México llegó a la terrible cifra de 644 mil personas desde que comenzó la pandemia.
No nos merecemos que esa cifra siga creciendo en 2022.