México tiene los pederastas más crueles de la iglesia: Athié

Sin Embargo

Ciudad de México.- Alberto Athié Gallo, ex sacerdote de la Arquidiócesis de México, no deja de luchar en contra de la pederastia en la Iglesia Católica desde 1994, cuando una víctima del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, le contó su historia.

Rechazó ser Obispo a cambio de callarse y sorteó las presiones que, asegura, tuvo del Arzobispo Primado de México Norberto Rivera Carrera.

Exiliado en Estados Unidos, vivió de cerca el escándalo de los sacerdotes pederastas de Boston, Massachusetts, y el encubrimiento de la cúpula de la Iglesia Católica en esa zona. Luego de mucho andar y de conocer casos a nivel mundial, asegura en entrevista con SinEmbargo que México tiene a los pederastas más crueles e importantes de la Iglesia. Todos impunes y libres, “gracias a un mecanismo protector, diseñado desde la Santa Sede, que les permite encontrar en el clero, el lugar perfecto para violar niños”.

Athié, dicen quienes son cercanos a él, ha librado en muchas ocasiones amenazas de demandas por parte de la Iglesia Católica. Gracias a él se han dado a conocer casos como el del cura Eduardo Córdova Bautista, en San Luis Potosí, quien presuntamente violó a más de 100 niños durante sus 30 años de ejercicio.

Actualmente, Athié lucha por dar a conocer el caso de Gerardo Silvestre, un cura señalado por abusar de niños indígenas en Oaxaca, gracias a que fue removido en siete ocasiones por la Iglesia. La carta de la madre de una de sus víctimas, asegura, será entregada al Papa Francisco en su visita a México.

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PROMO_PEDERASTAS

–¿Cómo se interesa en el tema de la pederastia?

–Estaba en ese tiempo dando clases en el Seminario de la Ciudad de Mexico y ejerciendo mi ministerio los fines de semana en una parroquia muy pobre de Iztapalapa. Una pareja que era muy amiga, el esposo había sido discípulo del entonces padre Juan Manuel Fernández, quien había sido en términos últimos el constructor del Colegio Irlandés y llegó a ser el Rector de la Universidad Anáhuac, la universidad de los Legionarios de Cristo. La esposa me pidió que si podía hablar con él porque se encontraba muy enfermo en el Hospital Español. Fui a ver sin saber toda la historia que estaba detrás. En ese tiempo, 1994, el Papa acababa de reconocer al padre Maciel como ejemplo de la juventud. Le había hecho un reconocimiento público. Yo, con esa imagen de Maciel junto al Papa, me encuentro con uno de los que habían sido brazos derechos de Maciel muy enfermo, con una embolia y me cuenta todo lo que le había hecho el padre Maciel desde que había sido niño en el seminario. Cómo había abusado de él en la enfermería. Cómo después había abusado de él varias veces en otro contexto y lo había utilizado a él para conseguirle drogas en España y dinero para la construcción de las escuelas.
–¿Cómo se decidió esta persona a hablar?

–Cuando él entra en una crisis muy grave de su vida. Él decide salirse y Maciel, primero lo convence de que no salga; le ofrece dinero, casas, coches y luego le dice: ‘Bueno si te quieres ir vete, pero si te vas y alguien sabe de lo que pasó entre nosotros, no respondo por tu vida’. Fue una amenaza de Maciel. En este contexto va y se casa con una mujer, se divorcia y termina abandonado y solo, ayudado por la hija de don Manuel Espinoza Yglesias [empresarios mexicano, dueño de Bancomer desde los años 50 hasta la nacionalización de la banca]. Cuando él me cuenta todo esto, le digo: ‘¿Me estás hablando del padre Maciel?’. Y me contesta: ‘Siempre ha tenido una doble vida, ha engañado a todos, ha sabido moverse bien en El Vaticano y con los Papas, pero es el monstruo que destrozó mi vida. Estoy a punto de morir, pero no quiero irme con este resentimiento, quisiera perdonar, pero que no quedará así’. Le dije que podría perdonar al padre Maciel y que juntos buscaríamos la justicia. El perdonó y me comprometí con él a buscar la justicia. Lo primero que me dijo fue que quería que yo celebrara la misma de cuerpo presente cuando muriera y que dijera a todos que perdonó, pero que quería justicia.