Redacción
El dialogo entablado entre la cúpula del PAN con el gobierno de AMLO, a través del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, recuerda cuando los españoles les daban espejitos a los nativos de América a cambio de oro, de ese tamaño es la candidez de Marko Cortés y huestes que lo acompañaron a Bucareli.
En los primeros tres años del gobierno de López Obrador, no necesitaron a los panistas ni a ningún otro partido que conforma el bloque opositor, solo se apoyaron en sus patiños, PT, PVEM y el PES, para aprobar la agenda legislativa del presidente, ahora, cuando carecen de esa mayoría calificada para aprobar las reformas constitucionales, tratan, primero, de dividir a la oposición o de plano venderles impunidad, recursos públicos y canonjías a cambio de que apoyen las reformas eléctrica y electoral.
Al presidente le dio un enorme gusto que sus principales adversarios políticos se sentarán a platicar en torno a diversos asuntos, aunque en el fondo lo que prevalece es la sumisión e inocencia de los blanquiazules, quienes no han caído en cuenta que tienen más peso entre la ciudadanía, si mantienen una postura valiente, independiente y contraria al desastre que ha hecho el gobierno de la 4T en el país.
En estos momentos y de acuerdo a los resultados de la elección de junio, el PAN es el principal partido opositor al gobierno y en esa lógica, no tendría nada que hacer los panistas platicando con el gobierno, porque al final del día ni les van hacer caso en sus propuestas para mejorar la economía, abasto de medicamentos, inseguridad, pandemia, migración, etc. y si van a dividirlos con acuerdos personales con algunos panistas que tienen una larga cola que les pisen, como Ricardo Anaya o Francisco Cabeza de Vaca, entre otros.
El arranque de las mesas temáticas que se propusieron están programadas para el próximo 10 de enero y en ellas, van a buscar que “las coincidencias prevalezcan sobre sus diferencias”.
Causa hilaridad la candidez del PAN que ha sido sometido con unas cuantas monedas de cambio para entrar en una dinámica de comparsa con el presidente de México.
Mientras que en otros países observamos como se la rifa la oposición para asumir el papel de contrapeso al Ejecutivo Federal; en territorio nacional el PAN acepta dialogar, pero ¿para qué?, no es para remediar la crisis en que está sumido en el país, porque este “no es culpa de AMLO”, sino de los gobiernos panistas y priistas que gobernaron en el pasado.
Ni el presidente va a dejar de tirar dinero de todos los mexicanos a sus tres elefantes blancos, Santa Lucia, Dos Bocas y Tren Maya, ni va dejar de fondear sus programas de política social-electoral , así que panistas tírense al suelo para que pase el tabasqueño.
Ni siquiera le va a quitar una coma a su reforma eléctrica y menos va a dejar vivo al INE, en el marco de una reforma política que en el fondo busca que AMLO y Morena se perpetúen en el poder.
Marko Cortés y su camarilla deben dejar el PAN para dar paso a nuevos liderazgos que arriben a la dirigencia mediante procesos democráticos y no por dedazo, al viejo estilo del PRI y ahora de Morena.
Acción Nacional vive momentos cruciales para su viabilidad hacia el futuro y sobre todo para representar una opción ganadora en 2024, empero con las decisiones que están tomando, pues de ninguna manera podrán remontar para ganar.
Da tristeza la oposición, ya que sus principales liderazgos están enfrascados en proyectos políticos personales y no del partido que representan. Así ocurre hoy con Marko Cortés en el PAN y con Alito en el PRI.
Cortés está empecinado en volver a apoyar a Ricardo Anaya para volver a competir por la presidencia de la república, por encima de otros liderazgos que tiene ese partido emanados de las gubernaturas.
Sería muy lamentable que estas alturas del partido, los panistas sufran luchas intestinas que a la postre solo favorecerán al presidente López Obrador y a Morena.
Marko es tan iluso que se cree las dotes de prestidigitador del presidente al dejarse engatusar como un infante.
Con información de El Financiero