Comunicado
Ciudad de México.-Se espera que las perspectivas económicas de América Latina y el Caribe se fortalezcan, apoyadas por un gasto más robusto de los hogares y la flexibilización de las políticas monetarias, según el Informe “Situación y Perspectivas para la Economía Mundial (WESP) 2025” de la ONU. Sin embargo, la región se enfrenta a importantes riesgos a la baja, como las incertidumbres políticas internas y una demanda externa más débil de lo previsto.
El principal informe económico de la ONU prevé que el crecimiento mundial se mantendrá en el 2.8% en 2025, sin cambios respecto a 2024. Aunque la economía mundial ha demostrado su capacidad de resistencia, soportando una serie de perturbaciones que se refuerzan mutuamente, el crecimiento se mantiene por debajo de la media pre-pandémica del 3.2%, limitado por la debilidad de la inversión, el lento crecimiento de la productividad y los elevados niveles de deuda.
El informe señala que el descenso de la inflación y la relajación monetaria en curso en muchas economías podrían dar un modesto impulso a la actividad económica mundial en 2025. Sin embargo, la incertidumbre sigue siendo grande, con los riesgos derivados de los conflictos geopolíticos, el aumento de las tensiones comerciales y los elevados costes de endeudamiento en muchas partes del mundo. Estos desafíos son particularmente graves para los países de bajos ingresos y vulnerables, donde el crecimiento insuficiente y frágil amenaza con socavar aún más el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“Los países no pueden ignorar estos peligros. En nuestra economía interconectada, las crisis en un lado del mundo hacen subir los precios en el otro. Todos los países se ven afectados y deben formar parte de la solución, aprovechando los progresos realizados”, declaró António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, en el prólogo del informe. “Hemos marcado un camino. Ahora es el momento de cumplir. Juntos, hagamos de 2025 el año en que pongamos al mundo en la senda de un futuro próspero y sostenible para todos.”
Las perspectivas a corto plazo para América Latina y el Caribe siguen siendo moderadamente favorables
Se espera que el crecimiento del PIB regional se acelere, pasando de una estimación del 1.9% en 2024 al 2.5% en 2025. El crecimiento económico está siendo impulsado por la mejora del consumo privado, la relajación de las políticas monetarias, la resistencia de los flujos de capital y el mayor crecimiento de las exportaciones.
Sin embargo, estas perspectivas presentan importantes riesgos a la baja. En el frente exterior, una desaceleración más brusca de lo previsto en China y Estados Unidos afectaría negativamente a las exportaciones, las remesas y los flujos de capital. En el frente interno, la incertidumbre política podría mermar la confianza de las empresas y las inversiones. Las perturbaciones relacionadas con el clima, sobre todo en el Caribe, también podrían poner a prueba las políticas fiscales y perturbar la producción agrícola, haciendo subir la inflación de los alimentos.
En Brasil, se espera que el crecimiento se desacelere del 3.0% en 2024 al 2.3% en 2025, manteniéndose muy por encima de la media de 2010-2019 del 1.4%. Esta desaceleración refleja los vientos en contra derivados de una política monetaria más restrictiva, la reducción del gasto fiscal y el debilitamiento de las exportaciones. En México, se espera que el crecimiento del PIB siga siendo lento. Tras una expansión estimada del 1.6% en 2024, se prevé que el PIB crezca un 1.3% en 2025, limitado por la debilidad del consumo privado y los esfuerzos de consolidación fiscal. En Argentina, la economía se está recuperando tras dos años de contracción, impulsada por una reactivación del consumo privado y un fuerte crecimiento de la inversión. En la República Dominicana, Guyana y Paraguay, se prevé que el crecimiento del PIB se mantenga por encima del 3.5% en 2025.
En el Caribe (excluida Guyana), el crecimiento económico se estima en un 2.5% para 2024 y se espera que se mantenga sin cambios en 2025, a medida que se desvanezcan los efectos del repunte del turismo tras la pandemia. Si bien el crecimiento del PIB es significativamente superior a la media del 0.5% registrada entre 2010 y 2019, sigue siendo insuficiente para mejorar las condiciones de vida.
Aunque las perspectivas son favorables, el crecimiento económico ha seguido siendo lento durante más de una década. Entre 2015 y 2024, el crecimiento medio del PIB regional fue de solo el 0.9%, la tasa más baja de cualquier década desde los años cincuenta. Así pues, el PIB per cápita sigue estancado, al mismo nivel que hace diez años. Para mejorar los resultados del mercado laboral, elevar el nivel de vida y avanzar hacia los ODS, es crucial acelerar el crecimiento económico.
Minerales críticos: Una oportunidad vital para acelerar el desarrollo sostenible
El informe destaca el potencial de los minerales críticos para la transición energética -como el litio, el cobalto y los elementos raros de la tierra- y también para acelerar el progreso hacia los ODS en muchos países.
Para los países en desarrollo ricos en recursos, incluidos varios de América Latina y el Caribe, el aumento de la demanda mundial de minerales esenciales representa una oportunidad única para impulsar el crecimiento, crear empleo y aumentar los ingresos públicos para invertir en desarrollo sostenible. Sin embargo, el Informe advierte de que estas oportunidades conllevan riesgos significativos. La mala gobernanza, las prácticas laborales inseguras, la degradación medioambiental y la excesiva dependencia de los volátiles mercados de materias primas podrían exacerbar las desigualdades y dañar los ecosistemas, socavando los logros del desarrollo a largo plazo.
“Los minerales críticos tienen un inmenso potencial para acelerar el desarrollo sostenible, pero sólo si se gestionan de forma responsable”, afirmó Li Junhua, Secretario General Adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. “Los gobiernos deben adoptar políticas con visión de futuro y marcos normativos integrales para impulsar la extracción sostenible, el reparto equitativo de los beneficios y las inversiones en la creación de capacidades productivas para maximizar los beneficios para el desarrollo de estos recursos.”