Pfizer abandona el estudio de alzheimer

RT

EE.UU.- Pfizer, uno de los mayores fabricantes de medicamentos del mundo, ha anunciado que abandona la investigación de nuevos fármacos para las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.

Con esta decisión, el gigante farmacéutico se suma a otras grandes compañías que no han podido confirmar la efectividad de su investigación con ensayos clínicos y han reducido proyectos destinados a desarrollar una cura para el alzhéimer.

Pfizer ha defendido su decisión como “un ejercicio para reasignar el gasto” con el fin de centrarse en aquellas áreas donde su “cartera de productos y experiencia científica son más sólidas”. La firma ha agregado que ello les posicionará mejor para llevar nuevas terapias significativas al mercado, y constituirá “el mayor valor para los accionistas y pacientes”.

Sin embargo, el paso de la compañía supondrá “un duro golpe para los 46,8 millones de personas que actualmente viven con esta enfermedad en todo el mundo”, según ha explicado James Pickett, jefe de investigación de la Alzheimer’s Society del Reino Unido.

El investigador ha calificado la noticia de “decepcionante” y ha recordado que “cada tres segundos alguien en el mundo desarrolla demencia” y que la cifra va en aumento, por lo que “nunca ha habido un momento más importante para una investigación que salve vidas”.

Probablemente una de las principales razones es que hasta ahora nadie sabe con certeza por qué se desarrolla la enfermedad de Alzheimer. La teoría principal la asocia a la acumulación de un tipo de proteínas en el cerebro (llamadas beta amiloide y tau), la cual lleva a la destrucción de las células nerviosas. Por lo tanto, la mayoría de los medicamentos que están siendo investigados actualmente están pensados para deshacerse de estas proteínas. Sin embargo, los estudios no confirman la efectividad de estos fármacos, lo que arroja dudas sobre la hipótesis.

Hay varias, pero menos populares. La dificultad consiste en que, hoy en día, los científicos conocen muchos procesos que ocurren en el cuerpo de una persona con alzhéimer, pero no está del todo claro cuáles de ellos son las causas y cuáles son las consecuencias de la enfermedad. Por ejemplo, una teoría sostiene que las proteínas beta amiloides en realidad protegen el cerebro de las bacterias y los virus, pero la posterior reacción del cuerpo a la inflamación conduce al desarrollo de la demencia.

Esta pregunta es difícil de responder con precisión. La teoría principal fue formulada definitivamente en 1992. Parecía muy interesante, y se invirtieron muchos esfuerzos en su investigación. Ahora, aparentemente, es difícil para los científicos reconocer que se gastó tanto tiempo y dinero en una teoría equivocada.

Según explica el portal Meduza, las grandes compañías farmacéuticas esperan que las pequeñas ‘startups’ se encarguen del desarrollo de nuevos fármacos, para después invertir en los proyectos más prometedores. Actualmente, hay 85 medicamentos que se encuentran en diferentes fases de la investigación clínica. Sin embargo, no hay garantía de que alguno de ellos resulte efectivo: de los 123 medicamentos que se analizaron entre 1998 y 2014, solo cuatro fueron aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA).

Sí, hay una serie de medicamentos (como el donepezilo, la rivastigmina, o la galantamina), pero solo ayudan a controlar algunos de los síntomas, como el deterioro de la memoria y otras habilidades cognitivas, y no a curar la enfermedad. También existen fármacos para tratar la sobreexcitación, la paranoia, las alucinaciones y otros síntomas, pero no solo se usan para el mal de Alzheimer.

Con todo, Pickett asegura que “todavía hay muchas razones” para que las personas y las familias afectadas por esta forma de demencia han de mantener la esperanza. Así, las naciones del G7 se han comprometido a encontrar un tratamiento que combata la enfermedad con mayores garantías para el año 2025. Y “esto todavía está a su alcance siempre y cuando la inversión en investigación se incremente” y se mantenga en todos los ámbitos, enfatizó el jefe de investigación de la Alzheimer’s Society del Reino Unido.

*Fotografía cortesía de El Economista