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Estados Unidos.- No puedes mantener el equilibrio a la pata coja con la misma facilidad si tienes ocho años que si has cumplido los setenta. De forma natural, los músculos pierden progresivamente masa, fuerza y parte de su funcionalidad a medida que vamos envejeciendo. Es un proceso que recibe el nombre de sarcopenia y que explica el aumento del riesgo de caídas y la pérdida de equilibrio tan frecuentes en la tercera edad.
Aunque de momento es imparable, la velocidad a la que evoluciona este deterioro depende de varios factores. El sedentarismo, la malnutrición, el déficit de vitamina D, la reducción de testosterona y estrógenos que acompañan a la senectud y la reducción de la secreción de la fórmula del crecimiento pueden acelerarlo.
De todas las alternativas terapéuticas, solo la práctica regular de ejercicio de resistencia desde mediana edad ha demostrado ser eficaz. Después de todo, no hay que olvidar que entre los cuarenta y los ochenta años podemos llegar a perder hasta un 50 % de nuestra masa muscular esquelética.
Por su parte, científicos neoyorquinos de la Universidad de Columbia descubrieron hace poco que, a nivel molecular, la sarcopenia se debe a fugas de calcio en los receptores de rianodina de las células de los músculos. Estas pérdidas activan una cadena de reacciones que, finalmente, impiden que las fibras se contraigan adecuadamente. Si se encuentra una fórmula para evitarlo, los octogenarios podrían conservar el equilibrio y la fuerza muscular de un chaval.