La Jornada
John M. Ackerman
Libertad inmediata para Adán Mejía López y César León Mendoza, jóvenes presos políticos en Oaxaca.
Ya es hora de que Enrique Peña Nieto dé la cara. En lugar de enviar su Informe de gobierno por mensajería al Congreso de la Unión este jueves 1º de septiembre, tendría que asistir personalmente a la Cámara de Diputados para exponer sus supuestos logros y escuchar los cuestionamientos de los representantes populares. Un verdadero gobernante preocupado por los grandes problemas nacionales no se esconde del pueblo atrás de escritos plagiados, sino que acude a un diálogo franco con la ciudadanía y sus representantes populares.
Pero en lugar de abrirse a la ciudadanía, Peña Nieto ha decidido armar un teatro al peor estilo de Televisa. Temeroso de los 628 legisladores electos, el ocupante de Los Pinos ha invitado a 300 jóvenes, previamente seleccionados, censurados y amenazados, a una conversación personal sobre los logros del último año de gobierno.
Cada uno de estos jóvenes tendría que asumir su responsabilidad como vocero temporal del sentir de la nación y cuestionar duramente al Presidente de la República sobre el estado crítico que guarda el país. Una actitud complaciente o pasiva de su parte sería equivalente a un acto de traición a sus colegas, sus amigos, sus familiares y sus compatriotas, quienes hoy sufrimos las terribles secuelas del malgobierno.
A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia, afirmó el gran escritor Miguel de Unamuno. El día en que nos quedamos callados sobre las cosas que importan es el inicio del ocaso de nuestras vidas. Llega la hora en que el silencio equivale a traición, decía Martin Luther King Jr.
La economía está en picada, la violencia se desborda, la corrupción camina a sus anchas y se recrudece la represión y la censura en todo el país. Ya casi nadie cree en las palabras de un primer mandatario que robó la Presidencia de la República, plagió su tesis de licenciatura y no lee más que TV notas y Hola!
Que el espíritu rebelde de #YoSoy132 inspire las conciencias y la actuación de los jóvenes invitados al acto con el Presidente este jueves. Si los operadores de la Presidencia piden las preguntas por adelantado, habría que cambiar su redacción a la hora de expresarlas en el micrófono. Si la Policía Federal amenaza a sus familiares,habría que denunciar este atropello anónimamente vía México Leaks (https://mexicoleaks.mx/). Si el equipo de seguridad confisca pancartas en la entrada, habría que viralizar el contenido de las mismas utilizando las redes sociales, y no estaría de más que cuando el Presidente empiece a decir mentiras se pudiera escuchar una sutil pero generalizada rechifla entre los asistentes.
Lo más probable es que no pasará nada de esto. Los convocados al diálogo con el titular del Ejecutivo serán exclusivamente hijos o familiares de funcionarios públicos que obedecerán fielmente al guión del poder. Ello, con el fin de dar una muestra pública de la supuesta pasividad de la juventud, así como de la supuesta anuencia del pueblo mexicano frente al autoritarismo y la ineptitud gubernamental.
Pero este espectáculo mediático no cambiará un ápice la realidad profunda de indignación y de esperanza que hoy recorre la Nación. Los mexicanos merecemos una explicación por la destrucción nacional y tenemos la obligación de exigirla a nuestras autoridades en cada momento y desde cada rincón de la patria.
¿Por qué se aumentan mes con mes los precios de la gasolina y la luz cuando la reforma energética supuestamente iba a reducirlos? ¿Por qué despiden y reprimen a los maestros más experimentados y críticos cuando se supone que la reforma educativa iba a mejorar la calidad educativa? ¿Por qué a casi dos años de la desaparición forzada de los jóvenes normalistas de Ayotzinapa y tres meses de la cobarde masacre de Estado en Nochixtlán no hay ni verdad ni justicia?
¿Por qué no hay empleo? ¿Por qué no hay suficientes espacios en las universidades públicas para todos los jóvenes que quieran estudiar y ampliar sus horizontes? ¿Por qué no hay servicios médicos públicos de calidad para todos los mexicanos? ¿Por qué utiliza Peña Nieto la oficina de la Presidencia para favorecer a sus amigos y sus socios, en lugar de gobernar para todos los ciudadanos del país?
Estos son solamente algunas de las preguntas que el titular del Estado mexicano tendría que contestar. De acuerdo con el artículo 87 de la Constitución, el ocupante de Los Pinos debe desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión. Y si así no lo hiciere que la nación me lo demande, reza el juramento del Presidente de la República.
Hoy, a casi cuatro años del inicio del sexenio de Peña Nieto, ¿alguien puede afirmar honestamente que el primer mandatario haya desempeñado leal y patrióticamente su cargo? ¿No ha llegado la hora de exigirle cuentas a Peña Nieto por su incumplimiento al juramento presidencial?