¿ Quién te representa ?

 

Mauricio Navarro

Aguascalientes, Ags.- Recientemente fue publicada una nota en el portal de “Animal Político”, en la que señala que el Congreso del Estado de Aguascalientes es uno de los más costosos y menos productivos del país, algunos de los legisladores defendieron su trabajo con argumentos como el de la medición de esta relación de costo-productividad, y efectivamente tienen razón en cierto sentido, el trabajo legislativo no se puede medir de acuerdo al número de sesiones o iniciativas presentadas, pues se deja de ver el poco o mucho alcance que contienen su trabajo; su función es crear y modificar leyes, por lo cual el principio básico de medición debería ser la representatividad. Pero, ¿Cómo se mide la representatividad?

Primero, el Poder Legislativo está formalmente constituido como un ente autónomo, que se rige por su propia Ley Orgánica y que se autoriza su presupuesto, esto implica que no hay o debe de existir ningún tipo de presión o compromiso con otros poderes; sin embargo, la práctica legislativa se ha visto envuelta en una sinergia que muchas veces se parece a la alineación con el Poder Ejecutivo, lo cual implica que las iniciativas presentadas por parte de este último sean las que marcan en muchas ocasiones la agenda parlamentaria. El nivel de representatividad en este sentido es bajo, la celeridad y el tránsito de iniciativas depende de quien propone.

En segundo lugar, la imagen pública del Congreso del Estado ha sido una de las más devaluadas. La sociedad civil se ha desilusionado de los políticos, aunque no de la política, sigue creyendo que el mejor sistema de gobierno es la democracia, pero dejaron de creer en quienes se convirtieron en actores democráticos. Hay quienes consideran que hay una crisis de representatividad porque existe una falta de esperanza por parte de los ciudadanos. Nadie se siente representado por otra persona que no coincide con sus valores, creencias, aficiones o modo de vida.

El tercer punto es la carencia de representatividad basada en la percepción de improductividad. Los votantes quieren resultados, pero esos no se pueden medir hasta que se ejecutan los programas, y esa ya no es responsabilidad de los legisladores. No se pueden hacer leyes para cumplir con una cuota, pero hay iniciativas que trastocan intereses y que pretenden modificar los viejos esquemas; cuando sucede una situación de estas características, hay que sentarse a negociar entre grupos parlamentarios, comúnmente cuando se trata de temas financieros, electorales y de gobernabilidad. Negociar no es malo, lo malo es hacer negocio. En política es común y rutinario generar acuerdos, en la práctica parlamentaria también pero la situación actual obliga a transparentar este tipo de acciones.

Así pues, podríamos resumir la representatividad del Congreso en tres sentidos: su autonomía real, imagen pública y negociación como práctica parlamentaria. La relación costo-beneficio en el Poder Legislativo depende entonces de factores internos y externos, las condicionantes varían también dependiendo de quién evalúa y participa.

Esta posible crisis de representatividad debe abordarse con mucha preocupación, ojalá así lo hagan los próximos diputados plurinominales, quienes tienen en cierta medida más compromiso con el sistema que con los electores. Esta es la lista avalada por el Instituto Estatal Electoral (IEE) de los próximos plurinominales que en teoría equilibran la correlación de poderes al interno del Congreso:

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