El Confidencial
Baldivis es una pequeña ciudad de 30.000 habitantes del extrarradio de Perth, en la costa oeste de Australia. Allí se libra una dura batalla entre sus habitantes y el Ministerio de Biodiversidad y Conservación australiano por una polémica decisión: permitirá sacrificar a unos cien canguros que han sido expulsados de su hábitat natural para construir casas.
La empresa que va a llevar adelante el proceso inmobiliario presentó un primer proyecto que fue rechazado por las autoridades. No obstante, el segundo proyecto fue aprobado. En él se especifica que los canguros presentes en esa zona del parque, que se contabilizan entre 60 y 100, recibirán el disparo de un dardo tranquilizante y, después, serán sacrificados.
Los vecinos no se han quedado con los brazos cruzados y se han movilizado junto a activistas que luchan por los derechos de los canguros. Así, han creado un grupo de Facebook llamado “salvar a los canguros de Baldivis” y han lanzado una petición en change.org que ya suma casi 10.000 firmas en apenas 24 horas.
En declaraciones a la ABC, una de las activistas, Lance Allegretta asegura que son ellos quienes están llevando agua y alimentos a los canguros ante la pasividad de la empresa constructora, que es quien está obligada a ello: “En este momento, el problema es que se revierta la decisión porque no existe la superpoblación y no están causando ningún daño, y ellos (el ministerio) firmaron los documentos para que sean eliminados”.
Un problema sin fácil solución
Reece Whitby, miembro electo del parlamento australiano por Baldivis, asegura en su cuenta de Facebook que no se debería haber llegado a este punto: “A nadie le gusta ver sufrir a los canguros y nadie quiere ver cómo son sacrificados. Es una situación que nunca debería haber ocurrido”.
El ministerio, por su parte, asegura en un comunicado que los animales tienen comida y agua suficiente por el momento, pero augura problemas si se traslada a los animales: “La reubicación de un gran número de canguros puede provocar resultados negativos para el bienestar animal, ya que las áreas en las que se encuentran ya tienen poblaciones de canguros que están utilizando los recursos disponibles”.
Reece Whitby comparte las dudas sobre el futuro de los animales y asegura que es un problema de fondo, ya que antes de conceder licencias para la construcción inmobiliaria se debería solucionar el problema de la fauna que habita esos lugares. Cree que la solución pasa por un mejor planteamiento y por crear más reservas para los canguros y otros animales.
Sin embargo, el futuro de ese centenar de canguros no es nada halagüeño por el momento, ya que el ministerio ya firmó la autorización para que la empresa constructora los sacrifique. Tal y como asegura Lance Allegretta, lo único que les queda es “presionar al ministerio con correos electrónicos y llamadas para que reviertan la decisión”.