Redacción
Turquía.- Pese al flujo de ayuda internacional hacia Turquía, los casi 1.7 millones de personas desplazadas en la zona del terremoto enfrentan el desafío casi imposible de reconstruir sus vidas en condiciones miserables.
Resalta que a la fecha 750 mil se refugian en tiendas de campaña, respirando un aire cargado de contaminantes liberados de las tumbas de escombros mientras las placas tectónicas continúan retumbando, recordatorios de que un nuevo desastre podría ocurrir en cualquier momento.
Aunado al extenso daño a la infraestructura está convirtiendo rápidamente a las comunidades más afectadas en un caldo de cultivo para enfermedades, según funcionarios de atención médica y residentes.
Ejemplo de ello Eylem Sahutoglu y su familia, quienes luego de que fuertes terremotos azotaran el sur de Turquía, soportaron dos semanas de noches heladas bajo una lona azul; tras lo cual llegó la noticia de los ingenieros del gobierno que habían inspeccionado su edificio: podían regresar a casa.
Aunque el lunes por la noche, antes de que pudieran regresar a su casa en la provincia de Hatay, la tierra comenzó a temblar nuevamente, otro poderoso terremoto había golpeado la región, “se me entumecieron las piernas”, dijo la señora Sahutoglu, recordando cómo se había desmayado en el patio delantero cuando la casa se derrumbó a sus pies.
Pero la terrible experiencia de la señora Sahutoglu es emblemática de la difícil situación de miles de turcos que se preparaban para regresar a casa, solo para verse sumidos en una incertidumbre más profunda, tambaleándose de una calamidad a la siguiente.
Siendo Hatay un cuadro de la vida en los extremos, moldeada por la infraestructura devastada y la necesidad humana apremiante después de un terremoto de magnitud 7.8 ocurrido el 6 de febrero, seguido de una réplica muy fuerte el mismo día. Los terremotos mataron a más de 43 mil en Turquía y más de 5 mil 500 en Siria. Luego se produjo el terremoto de magnitud 6.3 del lunes.
*Con información del Diario de Juárez