Sin sorpresas; pierde el América ante el Real Madrid

ABC.es

Japón.- El Madrid pasa a la final del Mundial de Clubes en la final anticipada. El partido contra el América era como la Intercontinental de siempre dentro del Mundial.

El Madrid se impuso por 2-0, pero pudo meter media docena. Su partido fue estupendo, exhibiendo las mejores virtudes colectivas de la etapa Zidane. Un creciente dominio sobre la prudencia inicial.

A los diez segundos de partido, un jugador del América hizo una entrada «consistente». Era la bienvenida al torneo japonés. Frialdad ambiental, rival americano emblema de testosterona continental, y el impreciso jet lag. El público japonés lanzaba un boquiabierto «oh» ante una cucamona con la pelota de Cristiano. En realidad, no nos diferenciamos tanto. Recordaba al oh ruletero del Bernabéu.

El Madrid salía prudente. La Volpe, el entrenador rival, había dado una definición estupenda del Madrid horas antes. «50% el Barcelona, 50% el Atlético». Zidane es el término medio, tiene un poco de aristotélica virtud. El partido, en sus inicios, era el saldo de pérdidas y ganancias de Casemiro, peleado seriamente con la pelota en esos minutos. Tiene con ella una relación donjuanesca de buscarla mucho y perderla pronto.

América 0-2 Real Madrid

Club AméricaMuñoz; Valdez, Alvarado (Guerrero, m.54), Goltz, Aguilar, Samudio; Sambueza, Willian, Peralta; Romero (Arroyo, m.70) e Ibarra (Quintero, m.61).Real Madrid:Keylor Navas, Carvajal, Nacho, Varane, Marcelo; Casemiro, Modric, Kroos (James, m.72); Lucas Vázquez, Cristiano Ronaldo y Benzema (Morata, m.79).Goles0-1, m.45: Benzema. 0-2, m.93: Cristiano RonaldoÁrbitroEnrique Cáceres (PAR). Amonestó a Sambueza (m.22) y a Nacho (m.90).
El Madrid, apelmazado, sensato, se estiraba solo por donde Marcelo. La ruptura de la timidez del Madrid, o su primer explorador. En el 10, chutó Cristiano de muy lejos; en el 11, respondió el América con una buena llegada de Ibarra por la banda derecha. El partido era denso, esforzado todavía. De nuevo, Ibarra chutaba en el 21; y en el 22 respondía Cristiano de falta. Se medían. La movilidad última del Madrid y su aguijón más zumbón que venenoso estaba siendo el Balón de Oro.

Benzema seguía su técnica elusiva de tocar, e irse (irse incluso del partido, siempre en apariencia, como veríamos). La mejor ocasión del Madrid en la primera fue de Cristiano. Nacía en un robo temprano de Lucas: se fue por su banda, y centró con estilo a Cristiano, que de cabeza remató al palo.

El Madrid golpeaba, se hacía pleno favorito, pero aún sobre el fallo rival, mediante las estiradas de elementos periféricos como Marcelo, Lucas o Cristiano. Algo faltaba aún. Se notaba en el gesto tenso de Zidane. El América salía muy rápido a la contra. En el 29, Sambueza descubrió él sólo, solo con su velocidad, pasillos imprevistos en la banda del Madrid.

Ese era un problema, o una inquietud más bien, el otro eran las pérdidas atrás en la salida del balón. Marcelo, Carvajal, el mismo Varane se sumaban al temblor natural de Casemiro. Lo mejor era que Modric comenzó a entrar en calor. Sus toques agrietaban el mazacote mexicano poco a poco. A su alrededor, alrededor de su juego de apoyo corto, el Madrid empezaba a combinar colectivamente.

Era todo lento, progresivo. Recordaba al ritmo creciente del Camp Nou. En el 24, Cristiano hizo otra gran jugada, de nuevo apoyado en Lucas, que funciona bien como escudero, de Cristiano en el ataque, o de Ramos en el balón parado. Cristiano alargó el pase al nueve hipotético, pero Benzema no comparecía todavía.

Gran partido de Modric
La inquietud mexicana era, más que las contras, su amenaza, las potenciales contras, sobre todo cuando Ibarra la tenía. Era el mejor rival. El mejor del partido ya era Modric. Tanto que las grietas iniciales (como varices en los 30 metros de equipo mexicano) se convirtió en fractura total en el 41. El América se rompía, se partía. Era un buen presagio para el final del partido, cuando llegara el cansancio.

Pero era el momento de rematar. Y así fue, justo antes del descanso. Este Madrid sabe lo suyo de gles psicológicos Una jugada de Modric, de nuevo, le llegó a Kroos, que metió un pase interior para el remate de primeras y exterior, hermosísimo, de Benzema. Era la pareja de fríos, el «lado oscuro de la luna» madridista. Por donde parecía no fluir la sangre del equipo. Su parte morada.

Pero habían abierto el partido: una obra colectiva, estupenda, aunque no luciese, de progresiva imposición del Madrid. Benzema, tras el gol, se iba directo a por el abrazo de Zidane.

La segunda parte se iniciaba igual. Pisotón mexicano. Pero más preciso: a Modric. El partido exigía algo más de La Volpe, que seguro dio su charla en el vestuario orientado al sur por motivos de feng shui. Fue un equipo paralizado más allá de sus intenciones, su orquestación de manías y su primer aspecto de fiereza posicional.

Era el momento de comprobar qué era la mítica salida lavolpiana, y fue decepcionante. Un salir tímido de un búnker. El Madrid se juntó en la media y Casemiro se agigantó como en los mejores partidos de este año.

La media dio una exhibición y se abrió un enorme hueco entre la media y la defensa mexicana. Era como un estanque donde el Madrid lanzaba una y otra vez el tiro. Las contras llegaban demasiado fácilmente, tanto que al final perdían su sentido de peligro, eran como salvas sucesivas de fogueo.

Cristiano y Benzema pudieron marcar varios goles. EL Madrid atacó infinitamente por la derecha, Lucas y además Carvajal.

La Volpe quitaba a Ibarra por el veloz Quintero, pero al hacerlo retiraba a su mejor hombre y le daba el centro del campo al Madrid de modo definitivo. Partidazo de Casemiro y rúbrica histórica de Modric, que dominaba el 360 grados, su rotación personal, y luego rompía la línea rival una y otra vez. Fue un juego elástico, de yoyó, de dentro y fuera. El romper la línea de Modric es el descapullamiento auténtico de la flor de Zidane.

Lucas también asumió un protagonismo espectacular. Acabó dando pases de cuchara por la izquierda. Una mezcla de valor y criterio itinerante. Es mitad gónada mitad neurona en la sinapsis acelerada de las contras madridistas. Un jugador chispeante.

En el 65, una combinación entre Modric y Lucas, con pase final, la perdonaron Benzema y Cristiano, que a la hora del remate parecían dos paracaidistas absurdos en dirección contraria. Era un dominio en la media, creciente, poderoso, sellado todo por Casemiro y su influencia aumentativa, y luego contras, una tras otra, todas por la derecha.

Quizás por eso, para equilibrar el ataque y porque faltaba un último pase, Zidane quitó a Kroos por James. Se equilibró más el 4-4-2 y Casemiro contrapesó aún mejor a Modric. El América no inquietó, y el Madrid dio entrada a Morata por ver si remataba. Había una impotencia e la contra.

Se organizó sobre el unocerismo de las mejores tardes. Estupendo el Madrid, muy serio, con control absoluto y mejoría en la concentración. No hubo más pérdidas ni resbalones.

En el 90, la enésima contra la remató, por fin, Cristiano. El gol se dio, luego lo anuló la tele. El vídeo mataba la alegría. Se enfocaba al realizador, ¡secreta influencia en el fútbol que afloraba por fin! Pero el gol se volvió a dar. Las ayudas técnicas no eliminan el error, lo hacen aún mayor.

El Madrid pasaba a la final y tenía su primera experiencia con el vídeo, que será el argumento secular de sus rivales en el siglo XXI.