Victor Piz / El Financiero
La pregunta que titula esta entrega es lo que sugiere un reporte de Moody’s Analytics, publicado esta semana, donde advierte que una depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense “se ve inminente”.
En el análisis La depreciación que viene, alerta de “una depreciación de la paridad cambiaria de alrededor de 20 por ciento”, corrección que “podría suceder entre finales de 2022 y a lo largo de 2023, pero podría incluso retrasarse a 2024 (…)”.
Asumiendo que, en números redondos, el tipo de cambio cotiza en 20 pesos por dólar, una depreciación de 20 por ciento significa un ajuste de 4 pesos, que llevaría la cotización del peso frente al dólar a 24 unidades, sólo superada por los 25 pesos de marzo de 2020, al inicio de la pandemia.
Moody’s Analytics anticipa que “el peso mexicano estará sujeto a una corrección depreciatoria significativa en los próximos meses”.
Así lo pronostica a partir de un modelo que replica las condiciones monetarias y financieras durante las dos últimas dos crisis globales, las de 2008-09 y 2020.
Esto bajo el supuesto de que el exceso de liquidez resultado de la expansión monetaria global se retira del país en una magnitud similar.
Según la filial de Moody’s, “la historia nos dice que el apretamiento monetario en marcha por parte de la Fed detonará una corrección en el valor del peso, causando una depreciación de la paridad cambiaria de alrededor de 20 por ciento”.
Ante tal vaticinio, analistas y participantes en el mercado reaccionaron con cautela llamando a la cordura y pidiendo estar conscientes de que, si bien puede haber una depreciación significativa del peso, sería en un escenario muy negativo y de mayor plazo.
De momento, no ha habido un comportamiento desordenado del mercado cambiario en México, pese a que en los mercados internacionales el dólar continúa mostrando fortaleza hasta alcanzar su nivel más alto en 20 años.
El tipo de cambio del peso mantiene un comportamiento estable cuyo soporte son los flujos de divisas al país por exportaciones, remesas e inversión extranjera directa (IED).
“Si bien las exportaciones y remesas han desacelerado su crecimiento anual por el deterioro en la economía de Estados Unidos, todavía están entrando muchas divisas”, dijo a este reportero Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base.
La reconocida experta en temas de mercados no descarta que el peso pueda depreciarse, pero hacia niveles de 20.30 unidades por dólar a finales de este año y cotizar en un promedio de 20.77 pesos en 2023.
En su opinión, para cotizar en niveles por arriba de 21 pesos por dólar tendría que darse una crisis o una amenaza muy fuerte; por ejemplo, que el proceso de consultas en el T-MEC se fuera a paneles y que EU impusiera sanciones comerciales a México.
Al peso también le ha favorecido la política monetaria del Banco de México, que le ha seguido el paso a la Fed, con la cual hay un amplio diferencial de tasas de interés, que está cerca de sus niveles máximos históricos.
Este diferencial ha sido clave para propiciar un buen desempeño de la moneda mexicana ante los episodios de volatilidad y la apreciación generalizada del dólar.
Aunque se registran salidas de dinero invertido por extranjeros en valores gubernamentales, “los montos (retirados) son muy inferiores a los flujos que siguen entrando por exportaciones, remesas e IED”, aseguró Siller.
En su escenario central, el peso se puede depreciar, como estacionalmente ocurre siempre el último trimestre del año, pero hacia niveles de 20.30 unidades por dólar.
“En 2023, si se llega a dar un desacoplamiento de la política monetaria de Banxico respecto a la Fed, hacia finales del año pudiéramos ver cotizaciones de 21 pesos por dólar”.
Pero bajo un escenario estable como el actual, sin una crisis, no se ve que el tipo de cambio se pueda subir de ese nivel, apuntó la economista.
Lo que sí deja claro es que la estabilidad del peso está sustentada en factores externos, particularmente en lo que sucede en EU, de donde vienen los flujos por exportaciones y remesas, no en los fundamentales económicos de México.
Tan es así que si hay flujos de salida en activos de renta fija y variable es porque los inversionistas “ven un riesgo alto sobre la economía mexicana y prefieren irse a otras partes del mundo”.