Redacción
Estados Unidos.- En la actualidad cada día es más común la utilización de la inteligencia artificial en los procesos automatizados de la industria, la tecnología y en la vida cotidiana, en general, lo que ha abierto el debate sobre los riesgos que podría conllevar el uso de este recurso.
Los equipos convencionales utilizan reglas de programación exactas para poder ejecutar sus tareas. Cuanto más detalle y exactitud se haya utilizado para programar las tareas, más eficiente será el dispositivo. Por ejemplo, trazar la ruta más corta entre dos ciudades.
No obstante, la Inteligencia Artificial va más allá, ya que se deben considerar otros factores como la cantidad de semáforos, las obras en la vía, los horarios con más afluencia de vehículos o incluso las condiciones meteorológicas.
Sin embargo, el uso de la inteligencia artificial también ha abierto un debate: ¿Tiene sentimientos? ¿Es una tecnología inteligente? ¿Puede cambiar la naturaleza del ser humano?”.
Dichas preguntas fueron planteadas en los tribunales de algunos países a principios del siglo XX con la llegada del automóvil. Ahora, se han retomado con la incorporación de la programación avanzada en los procesos automatizados.
Los métodos de análisis estadísticos que se utilizan en la IA no tienen voluntad propia. La Inteligencia Artificial no es inteligente, no puede tener intereses y ambiciones propias, ni tampoco puede engañar. La IA es el reflejo de las intenciones de los programadores y de las entidades que están relacionadas con esa tecnología.
No existe un motivo por el cual sea necesario crear una entidad jurídica con el propósito de regular la Inteligencia Artificial.
Con información de Cinco Noticias