Tragedia y misterio, el caso Steve McNair una leyenda de la NFL

Redacción 

Desde los campos polvorientos de un pequeño pueblo en Mississippi hasta el estrellato en la NFL, la vida de Steve McNair estuvo marcada por una serie de triunfos que lo llevaron a convertirse en una figura icónica del fútbol americano. 

Sin embargo, su trayectoria, que lo llevó a rozar la gloria en el Super Bowl, terminó en una trágica y misteriosa muerte que aún deja preguntas sin responder.

McNair, nacido en Mount Olive, Mississippi, alcanzó la cima del fútbol colegial en la Universidad Estatal de Alcorn. Allí, rompió récords nacionales en pases y yardas ofensivas, lo que le valió ser nombrado All-American. 

Su talento lo catapultó a la NFL, donde comenzó su carrera profesional con los Houston Oilers, equipo que luego se convertiría en los Tennessee Titans.

Durante su tiempo con los Titans, McNair se convirtió en uno de los mariscales de campo más respetados de la liga. Condujo a su equipo al Super Bowl en 1999, donde estuvieron a tan solo una yarda de conseguir la victoria contra los St. Louis Rams. 

En 2003, McNair fue nombrado MVP de la NFL, compartiendo el honor con Peyton Manning, y fue seleccionado para el Pro Bowl en tres ocasiones. Se retiró en 2007, dejando un legado imborrable en el deporte.

Sin embargo, la brillante carrera de McNair terminó en tragedia el 4 de julio de 2009. Ese día, Nashville celebraba el Día de la Independencia cuando Robert Gaddy, un amigo cercano y socio comercial de McNair, hizo una llamada de pánico a la policía. 

En un condominio de la ciudad, se habían encontrado dos cuerpos sin vida. Uno de ellos era McNair, acostado boca abajo en un sofá ensangrentado. A su lado yacía Sahel “Jenni” Kazemi, una joven de 20 años con quien McNair mantenía una relación extramatrimonial.

Las primeras investigaciones policiales concluyeron que Kazemi, angustiada por la situación, había disparado a McNair antes de quitarse la vida. Los disparos resonaron en las paredes del apartamento, dejando una escena que rápidamente se convirtió en un frenesí mediático cuando se supo que uno de los cuerpos era el del exjugador de la NFL.

“A la gente le agradaba. Sonreía, estaba callado”, recordó Jeff Fisher, exentrenador de McNair en la NFL. “No le gustaban mucho las cámaras ni las entrevistas, pero no había duda de que tenía la capacidad para sobresalir a este nivel”.

Los detalles que emergieron tras la muerte de McNair solo añadieron más capas de complejidad al caso. Kazemi, originaria de Irán, trabajaba como camarera en un restaurante donde conoció a McNair. Aunque McNair estaba casado, los dos mantuvieron una relación que parecía estar llena de promesas, según sus amigos más cercanos. Sin embargo, la relación comenzó a deteriorarse cuando Kazemi descubrió que no era la única mujer en la vida de McNair.

Días antes de la tragedia, Kazemi había sido arrestada por conducir bajo la influencia del alcohol mientras McNair estaba en el auto. Poco después, compró un arma, que luego sería usada en el fatídico incidente.

Aunque el Departamento de Policía de Nashville cerró el caso como un asesinato-suicidio, un investigador privado, Vincent Hill, cuestionó la investigación oficial. Hill señaló inconsistencias en las pruebas y destacó la relación de Kazemi con Adrian Gilliam, un hombre con antecedentes penales que, según los registros, había intercambiado numerosas llamadas con Kazemi en las semanas previas a su muerte.

A pesar de las dudas planteadas, el caso no fue reabierto, y la versión oficial se mantiene. Sin embargo, el legado de Steve McNair continúa vivo. En 2012, fue nombrado el 35º mejor mariscal de campo de la era posterior a la fusión de la NFL, y en 2020 fue incluido en el Salón de la Fama del fútbol americano universitario.

La historia de McNair es un recordatorio del delgado filo entre la gloria y la tragedia en el mundo del deporte, y su muerte sigue siendo un misterio que resuena en los corazones de quienes lo admiraban.