Trump sigue por delante en las encuestas

Redacción

EU.-La última vez que un presidente estadounidense en ejercicio no logró la nominación de su partido Isabel II era reina de España y el cargo de primer ministro estaba ejercido por Leopoldo O’Donnell, duque de Tetuán. En Reino Unido, la reina Victoria estaba en su segunda década en el torno. Era el verano de 1856, lo que provocó la caída del presidente Franklin Pierce fue la guerra civil ‘de facto’ que había estallado en Kansas entre partidarios y opositores de la esclavitud. Pierce fue descabalgado en la Convención, que se celebró en la ciudad de Cincinnati, en Ohio, por James Buchanan, un destacado defensor de lo que entonces se llamaba “la institución peculiar” (léase tener propiedad sobre seres humanos), quien ganó las elecciones.

Ahora, 168 años después, el mismo Partido Demócrata afronta una situación similar. La cuestión es que, en esta ocasión, el sistema para elegir el presidente es distinto. Joe Biden tiene apoyo de los delegados que van a elegir al candidato en la Convención que se celebra dentro de cinco semanas en Chicago. Quien no quiere que se presente es gran parte de la élite del partido. A Biden se le está escapando por entre los dedos el control sobre ese grupo del partido, que teme que el actual presidente sea incapaz de derrotar a Donald Trump.

Y, mientras el Partido Republicano está unificado en torno a la figura caudillista de Donald Trump, que ha amenazado incluso con “finalizar” la Constitución, los demócratas se preparan para una nueva ofensiva del sector opuesto a Biden. La ‘tregua de la OTAN’ ha concluido. La cumbre de la organización en Washington ha concluido. Y el cada vez más numeroso sector anti-Biden está tomando más fuerza. Otra cosa es que eso sea suficiente para acabar con un presidente que ha sido menospreciado por la clase política y periodística de Washington, ya desde sus días como senador, en las décadas de los setenta, ochenta y noventa, y de vicepresidente, de 2009 a 2017, con Barack Obama.

La batalla se está complicando para Biden porque al frente abierto por su edad y su presunta pérdida de facultades mentales se está sumando un segundo elemento: su capacidad para ganar las elecciones. El presidente llegó al debate con Donald Trump, el 27 de junio, prácticamente empatado en los sondeos. Tras el catastrófico encuentro, Trump volvió a ponerse por delante, como ha sido la norma prácticamente todo este año. Y Biden no ha logrado recortar distancias. Estados como New Hampshire -donde los demócratas llevan ganando desde 2004- y Virginia -desde 2008- están peligrosamente al alcance de Donald Trump. Eso obliga a la campaña de Biden a destinar recursos a más territorios, justo en un momento en el que los donantes están expresando sus dudas acerca de su viabilidad.

MÁS EN EL MUNDO

El problema de los críticos es que los números, aunque malos, no son lo suficientemente negativos como para justificar la defenestración de Biden. De hecho, desde el debate, la popularidad del presidente, simplemente ha vuelto a los niveles anteriores a la condena de Trump por 34 delitos penales en Nueva York, que golpeó duramente las expectativas de voto del aspirante republicano. Biden está entre dos y seis puntos por detrás de Trump, lo que no es una distancia insalvable, al menos, en teoría. Así es como, por ejemplo, la web especializada en estadísticas 538, de la cadena de televisión ABC, da a Trump un magro 51% de posibilidades de victoria. El comentarista y experto en estadísticas Nate Silver, sin embargo, eleva ese porcentaje al 70 %. En todo caso, arguyen los defensores de Biden, esa es la misma ventaja que Silver daba a Hillary Clinton en la campaña de 2016. Y ya sabemos todos lo que pasó: ganó Trump.

Así que la campaña contra Biden entra ahora en una nueva fase, con dos antiguos aliados del presidente -la ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el ex presidente, Barack Obama- pasándose al bando de los que quieren que se vaya. Entretanto, Biden ha logrado un inesperado apoyo de líderes europeos como Emanuel Macron y Keir Starmer, Que han dicho que ha dirigido de manera perfecta las conversaciones de la cumbre de la OTAN. El problema es que los líderes extranjeros no votan en Estados Unidos.

Con información de El Mundo