Redacción
Aguascalientes.- Un estudio con centenares de imágenes de cerebros de hombres y mujeres no ha encontrado pruebas de que existan un cerebro masculino y otro femenino. Aunque hay algunas diferencias anatómicas en determinadas áreas en función del sexo, estas no permiten dividir a los humanos en dos categorías. En realidad, el cerebro de cada uno es un mosaico con elementos tanto femeninos como masculinos.
Ideas como las de la inteligencia emocional, éxitos comerciales como el reciente libro El cerebro femenino o, en el siglo pasado, la saga de Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, abonaron el terreno al dimorfismo sexual del cerebro. Si hay diferencias entre hombres y mujeres en otras parte de su anatomía, en particular los genitales, ¿por qué no va a haberla en el cerebro? Y si la hay en lo físico, en el cerebro, igual también se da en lo esencial, la mente.
Sin embargo, no hay pruebas de que, desde el punto de vista de su materia gris, materia blanca, conexiones neuronales o el grosor de la corteza cerebral, el cerebro de una mujer y de un hombre sean diferentes por el simple hecho de su sexo. Más bien, las pruebas apuntan a lo contrario. En uno de los mayores estudios que se han realizado, un grupo de investigadores israelíes, alemanes y suizos han comparado la anatomía de 1.400 cerebros de hombres y mujeres para concluir que, más que dos categorías, lo que hay es un mosaico cerebral.
“En lo genital, hay diferencias según el sexo que se van sumando hasta crear dos tipos, los genitales masculinos y los genitales femeninos”, dice la investigadora de la Universidad de Tel Aviv y principal autora del estudio, Daphna Joel. “Sobre el 99% de las personas tienen genitales masculinos o femeninos y solo unos pocos tienen ya sea órganos genitales cuya forma está entre las formas masculina o femenina, o bien tienen algunos órganos con la forma masculina y otros con la femenina. Son los que llamamos intersexuales”, añade.
Sin embargo, el hermafroditismo cerebral es la norma y los cerebros 100% masculinos o femeninos son la excepción. “Más bien, lo que hay son muchos tipos de cerebros”, sostiene Joel. “Además, el tipo de cerebros que solo presentan características más prevalentes en los hombres que en las mujeres son muy raros, tan raros como el tipo de cerebros con un perfil que predomine entre las mujeres”, añade.
Para sostener estas afirmaciones, Joel y sus colegas recopilaron imágenes del cerebro de voluntarios de varios proyectos científicos. Además de la heterogeneidad de la muestra (un total de 1.400 personas), su investigación, recién publicada en PNAS dispone de una fortaleza extra. Las neuroimágenes se obtuvieron con distintas tecnologías y métodos para evitar sesgos. Mientras unas determinan mejor el grosor de la corteza cerebral, otras registran la estructura y dimensiones de las distintas áreas del cerebro.
Uno de los estudios, por ejemplo, se apoyó en imágenes del cerebro de casi 300 personas (169 mujeres y 112 hombres). Usando la técnica conocida como morfometría basada en vóxel (VBM, por sus siglas en inglés) que les permitió establecer el volumen de materia gris de 116 áreas del cerebro.
“No hay ninguna región en nuestras muestras que revele una clara distinción entre una forma masculina y una forma femenina, es decir, que se presente de forma evidente solo en los hombres o solo en las mujeres”, destaca Joel. “En realidad, hay un alto grado de superposición entre mujeres y hombres en todas las regiones estudiadas”, añade. Aún así, se quedaron con las 10 zonas que mostraron mayor contraste en función del género. Fue el caso de los dos lados del giro frontal superior, del núcleo caudado o los dos hemisferios del hipocampo, todas por debajo de un nivel estadísticamente significativo.
Con estas diez áreas pudieron crear una especie de continuo desde el extremo masculino al extremo femenino. El cerebro de apenas el 1% de los hombres y solo el 10% de las mujeres caía en cada extremo y un tercio de las personas tenían cerebros anatómicamente intermedios. Las pruebas las repitieron con otras muestras de personas y tecnologías, como la de imagen por tensores de difusión, con la que se puede establecer la conectividad entre las distintas zonas del cerebro. En todas ellas, los resultados fueron similares.
“La mayoría de los humanos tienen cerebros compuestos por mosaicos de características que los hacen únicos, algunas son más comunes entre las mujeres en comparación con los hombres y otras lo son más en los hombres respecto de las mujeres y aún otras son comunes tanto a hombres como a mujeres”, comenta la investigadora israelí.
Las teorías sobre la diferenciación sexual en el cerebro cobraron fuerza a mediados del siglo pasado. Pero, como comenta el investigador del Neurocom y profesor de la Universidad de Coruña, Xurxo Mariño, “aquellos trabajos se centraron en la sexualidad, en especial en el estudio de la emergencia de la homosexualidad”. Algunos se empeñaron en encontrar anomalías anatómicas que la explicaran y encontraron algunas, como el menor tamaño de una estructura cerebral llamada estría terminal en las mujeres y también en los hombres transexuales. Pero buena parte de aquella ciencia partía de la ideología.
Los estudios entonces estaban basados en cuestionarios, no en observaciones directas del cerebro y sus diferencias anatómicas. Esto es algo que solo la moderna tecnología de neuroimagen está permitiendo. Aún así, recuerda Mariño, “ya en 1948 hubo quien habló más de un continuo cerebral que de categorías dicotómicas”. Fue el biólogo Alfred Kinsey quien, con sus escala sobre la orientación sexual, se adelantó al estudio actual.