Marco Antonio López/ La Silla Rota
Ciudad de México.- El lunes por la noche el presidente de México, Enrique Peña Nieto, apareció en un video en el que llamaba a la unidad a todos los mexicanos, dijo que se sentía orgulloso más que nunca de ser mexicano, lo dijo y en la pantalla, aparte de él, había dos banderas y cuatro escudos nacionales.
“Todos los políticos mexicanos van a hacer uso pleno de los símbolos de la nacionalidad, es impensable que va a cambiar eso. Va aumentar y cada político dirá que va a defender los intereses mexicanos. El espectro político en los próximos dos años oscilará entre la defensa nacional y la dignidad nacional”, declaró Iván Briscoe, director de Crisis Group para América Latina.
En plena crisis en la relación entre México y Estados Unidos derivada de las acciones tomadas en materia de migración y economía por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el mandatario mexicano, dijo unirse a la iniciativa para usar como imagen de perfil en redes sociales, la bandera de México.
Antes, publicó en su perfil de Facebook un video en el que militares pierden el control al intentar bajar la bandera del asta en el Zócalo de la Ciudad de México, enseguida civiles se empiezan a unir para tomar la bandera. El llamado a la unidad nacional a través de símbolos e ideología es evidente.
Funcionarios, políticos, dirigentes del PRI han llamado a la población a unirse y cobijarse bajo las ideas de patria y nación para enfrentar el embate norteamericano que amenaza con la deportación masiva de inmigrantes, aranceles a exportaciones y la construcción de un muro entre ambos países.
El video de Peña Nieto alcanzó dos millones de visualizaciones, fue compartido más de 27 mil veces y recibió cerca de 40 mil likes a las horas de su publicación. Las banderas de México como fotos de perfil se reproducen en redes. Los llamados al boicot, a consumir lo autóctono, la molestia general crece en una reacción nacionalista igual a la que llevó al presidente de los Estados Unidos a ganar las pasadas elecciones con un discurso nacional, conservador y de seguridad, y eso llevado a un nivel extremo puede ser peligroso para México, según el politólogo y economista Briscoe, en entrevista.
Pero el nacionalismo se maneja en tres estadios en los que se puede mover México para enfrentar el posicionamiento de Estados Unidos, según el experto, y cada uno tiene acciones y consecuencias muy variadas, por lo que es importante analizar sus ventajas y desventajas, dice.
Nacionalismo defensivo
“Primero, la reacción de la administración Peña Nieto hasta ahora, que es lo que llamaré el nacionalismo defensivo, es reconocer que hay un cambio de poder y de actitud e intentar adaptar la diplomacia mexicana para defender en lo máximo posible los intereses económicos y la estabilidad del país. Se trata de intentar rescatar lo que queda de la relación con Estados Unidos.
En este plano se puede tolerar la construcción del muro, se puede garantizar que las grandes multinacionales norteamericanas sigan presentes invirtiendo en el país, estas son las posibilidades, este es el que llamaré el punto de vista dominante hasta ahora, o sea intentar salvar lo que se puede de la nueva coyuntura política en Estados Unidos, el tema es que aunque tiene ventajas económicas y promete cierta seguridad en inversión, tiene costos políticos muy altos y el costo político es aparecer como un gobierno que no defiende la dignidad del país”, dice Briscoe.
Mantenerse en este plano, comenta, se puede lograr a través sólo de un atractivo que México puede ofrecerle a Estados Unidos y que es lo que ha venido haciendo en los últimos 20 años, la mano de obra barata, razón principal de ciudades como Juárez que basan el motor de su economía en la industria maquiladora que emplea a más de 300 mil personas sólo en esa ciudad fronteriza, la mayoría obreros, con ingresos por debajo de los mil pesos semanales.
“El peligro para las capas más pobres tiene más una relación defensiva del nacionalismo defensivo, porque en esa reacción de defensa obviamente la prioridad sería proteger lo que los sectores de la economía que son los más interrelacionados con la economía americana y el sector digamos más avanzado, porque va a ser una acción de defender los que conquistaron en los últimos 20 años y creo que esto tiene un peligro de ignorar los intereses de los más pobres”, asegura el dirigente de Crisis Group.
Nacionalismo de la dignidad
En un segundo plano nacionalista el panorama es éste para el especialista: “Ahora, hay un segundo nacionalismo que se expresa un poquito más de la forma de la bandera, es un nacionalismo de dignidad y creo que esto es un poco lo que está llamando la sociedad mexicana en este momento, reconocen que hay un cambio de poder, que es ofensivo al espíritu nacional de los mexicanos y que dentro de éste hay que responder de una manera que, digamos, no es ofensiva y no es beligerante, que no responde al fuego con fuego, pero que muestra que los mexicanos no se van a sentir socavados por el desprecio que viene de Washington.
Aquí se intenta buscar relaciones comerciales en otras latitudes, hacia Asia, hacia Europa y el resto de América Latina, hacer un frente común en defensa de los intereses mexicanos ante Estados Unidos. Sería, digamos, hacer medidas recíprocas en cuanto a cambios de las reglas migratorias o los acuerdos comerciales. Por ejemplo, si Estados Unidos decide poner un impuesto de 20% sobre los productos que entran desde México, que México haga algo para resarcir de su lado; que si Estados Unidos intenta poner más revisiones para la entrada de mexicanos, México hace algo parecido. Es decir, que son nuestros pares, que son iguales y tienen derecho a ser considerados igual.
El problema con esta forma, el problema es la asimetría de poder, ya que Estados Unidos objetivamente tiene mucho más poder, sobretodo en la parte militar y tiene la capacidad de, digamos, determinar las reglas a sus vecinos del sur e intente responder, Estados Unidos puede torcer y hacer las condiciones mucho más difíciles para México y si México intenta responder con medidas proteccionistas frente a una medida estadounidense en esa dirección, obviamente Estados Unidos tiene qué perder, tiene trabajos para perder, millones de trabajos que perder por exportaciones a México bajo la cantidad de exportaciones que se dirigen a México, pero en términos de su economía en su totalidad, es una cosa mucho, mucho, más pequeña. Mientras que si México pierde su sector exportador hacia Estados Unidos queda muy debilitado, muy disminuido y eso significa un daño muy importante para su economía. O sea un juego de defensa de la nación en un contexto asimétrico de relaciones de poder tiene sus riesgos”, plantea Briscoe.
Nacionalismo beligerante
En un tercer estadio, que es el más radical, México podría plantearse la posibilidad de hacerle daño a los Estados Unidos de la única manera que puede, según Iván Briscoe, que es liberar el flujo de migrantes y de drogas hacia los Estados Unidos, no restringir ni intentar contener ambos aspectos sería catastrófico para el gobierno norteamericano, pero también para México. A esta reacción nacionalista, a la que el especialista denomina no bélica pero sí beligerante, Briscoe la considera nuclear y opina que sería la más dañina para ambas naciones.
“Básicamente es sacar el pie del pedal en estos dos temas, dejando que la vecindad de México se convierta en un peligro para Estados Unidos y dejar claro que no va a cooperar en frenar el flujo de estos aspectos que afectan a Estados Unidos y a México también, el problema es obvio: dejar fluir las drogas y dejar que lleguen los migrantes centroamericanos sin controles, es un problema para México también, es un peligro para los pueblos fronterizos en que queden atrapados los migrantes y es un peligro también en diferentes regiones tener un flujo grande y poco controlado de drogas, en el contexto de las relaciones de México y Estados Unidos es una opción nuclear”, comenta.
Para el especialista la actitud de Enrique Peña Nieto frente a los cambios planteados por Estados Unidos ha sido efectivamente pasiva y conservadora, y esto puede ocasionar que el descontento nacional que ya existe, vaya en aumento y dé un giro radical en las elecciones del 2018, favoreciendo a un candidato que termine con el discurso en el que se intenta salvar de cualquier manera una relación comercial con Estados Unidos que se presente desigual.
En un libro de ensayos que escribió Fernando Savater, llamado Contra las Patrias, el intelectual escribió: “El nacionalismo puede ponerla (a una sociedad) bajo la férula de un dictador carismático, o reducir sus expectativas culturales o desviar la atención popular de las reivindicaciones sociales más urgentes”. El nacionalismo, llevado a un extremo, se presenta en esta ocasión como un problema nacional.